Desde que pasaron las elecciones del 6 de junio, el presidente López Obrador ha dicho hasta el cansancio que la clase media de México es manipulable, aspiracionista. Dijo en una conferencia mañanera: «Hay un sector de la clase media que siempre ha sido así, muy individualista, que le da la espalda al prójimo, aspiracionista, que lo que quiere es ser como los de arriba y encaramarse lo más que se pueda sin escrúpulos morales sin ninguna índole. Son partidarios del que no transa, no avanza». Los insultos del presidente a este sector de la población se deben a que buena parte de la clase media le ha dado la espalda a su forma de gobernar; para el presidente, la clase media es el nuevo enemigo de la Cuarta Transformación.
Sin embargo, no se atreva usted a llamar “mesías tropical” o “falso mesías” al presidente de México. Entonces el presidente respinga: «Se olvidan de que el presidente de México es el representante de todo el pueblo y que cuando se tiene legalidad y cuando se tiene legitimidad, por eso es importante la democracia, no se puede ningunear al presidente de México, porque es el representante de todos los mexicanos».
En otras ocasiones López Obrador ha insultado a aquellos que no comulgan con su doctrina. A los periodistas los llama chayoteros, aquellos que comen “maíz con gorgojo”; a las clases altas los califica de fifís. La lista de insultos que han salido de la boca del presidente es enorme: Prensa fifí, conservadores, chayoteros, pasquín inmundo, maiceados, hampa del periodismo, machuchón, zopilotes, canallín, chachalaca, pandilla de rufianes, desvergonzado…
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