Sergio González Levet / En junio de 2018, a unos días del triunfo arrollador e histórico de Andrés Manuel López Obrador y sus candidatos en toda la República, un excelso periodista veracruzano, para mí el mejor, se preguntada frente a mí por qué los morenistas se veían tan enojados, tan iracundos, tan encaboronados.
—¡Si ganaron todo! —exclamaba mi sensei periodístico y barista de cabecera.
Yo traté de esbozar sin éxito una explicación más o menos plausible, pero la verdad es que no había motivo para tanta pendencia después de esa victoria arrolladora.
Ya después, con más tiempo, pensé que ese enojo era por default, por costumbre, porque los lopezobradoristas llevaban años perdiendo y acusando que habían sido víctimas de fraude, lo que fue cierto en algunas ocasiones e incierto en otras.
Pero ya se habían hecho a la idea de que después de una elección lo que seguía era el pleito, y lo siguieron, tal vez sin reparar en que esa vez habían ganado como nunca pensaron.
La cosa es que todos los meses que transcurrieron desde la elección del 2 de junio a la toma de posesión del 1º de diciembre de 2018 fue un litigio continuo de los vencedores contra todos, y entre ellos mismos.
Ya después de que tomaron posesión, ¡la cosa se puso peor!
Y ahora vinieron las elecciones de 2021, con resultados en claroscuro para el partido en el poder, y resulta que ahora andan felices, celebrando como si hubieran ganado igual que hace tres años.
¿Quién los entiende?
Pero la supuesta victoria morenista del pasado domingo fue pírrica, similar a la del rey griego Pirro, que exclamó después de alzarse con el triunfo en Asculum en contra de los romanos -aunque con una gran pérdida de hombres-: “Otra victoria como ésta, ¡y perdemos la guerra!”.
Pues resulta que los morenos, tan contentos que andan, no tuvieron una buena jornada, a juzgar por los resultados.
1. Perdieron 50 diputados de su partido en la próxima Cámara federal
2. No obtuvieron la mayoría calificada en unión de sus aliados para poder reformar la Constitución.
3. Los 30 millones de votos de 2018 se convirtieron en 16 millones en 2021. Perdió AMLO 14 millones de votantes a su favor, con apenas dos año y medio de mandato.
4. Perdieron los morenos su bastión histórico, la Ciudad de México, y tuvieron que dividir las alcaldías con la oposición.
5. Perdieron el registro federal los tres partidos satélites que impulsó López Obrador: Redes Sociales Progresistas, Fuerza por México y Partido Encuentro Solidario.
El gran ganador de esta elección fue el pueblo, ése que acudió a votar en una elección organizada por ciudadanos y llevada a cabo por el INE incluso en contra del poder del Gobierno federal.
Así, pues, ¿qué celebran?
El carnaval del mundo engaña tanto
que las vidas son breves mascaradas.
Aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.