Nunca antes el magisterio mexicano había estado tan desvalido como hoy. Muchos creyeron que con la caída de la mal llamada Reforma Educativa se saldaban todos los pendientes. El mismo Ejecutivo federal así lo hizo creer. El miserable incremento salarial del 3.4 por ciento para este año, así lo demuestra. Y como si en verdad los maestros ganaran cantidades grandes, ahora el Sistema Tributario les exige a los docentes federales que hagan su declaración patrimonial, cuando en los hechos, la misma Secretaría de Educación Pública (SEP) sabe las percepciones del docente, en el caso de los docentes estatales, el gobierno estatal sabe cuánto están percibiendo.
No saben que el maestro recibe un salario que sólo satisface lo más básico, no da para vacaciones o compras de autos de lujo como lo creé el sistema tributario. Y es que la situación económica ha pegado duro al gremio magisterial; como no hay hojas de préstamos del ISSSTE suficientes, algunos en su desesperación se han enganchado con financieras leoninas que los tienen esclavizados con descuentos de nómina o domiciliados, todo ello con la complacencia de las autoridades educativas.
Caso concreto en Veracruz, donde el titular de la dependencia educativa ignora y se burla de los maestros. Por otro lado, los líderes sindicales creen que, con sacar un oficio a la opinión pública condenando el asunto de las jubilaciones por las UMAs, ya están cumpliendo con sus jubilados. El caso es que persiste la idea de que el maestro se encuentra desvalido ante las injusticias de un Estado que prometió dignificar su profesión y, hasta el momento, no lo ha hecho.
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