Sus padres acudieron con todos los doctores posibles y ninguno pudo dar un diagnóstico correcto. A los expertos les tomó dos años de investigación descubrir que padecía urticaria acuagénica. «Es una condición realmente difícil de tener, ya que incluso soy alérgica a mis propias lágrimas, saliva y sudor. Soy muy propensa al agotamiento por calor y tengo que evitar la actividad física», señaló la joven Tessa. Y prosiguió diciendo.
«Incluso tengo que ser transportada por mi campus en la universidad porque, de lo contrario, llego a mi clase con fiebre, migraña y erupciones, lo que hace que sea muy difícil concentrarme». Para finalizar, la joven dijo de manera consternada que sólo se puede bañar dos veces al mes y cada vez que lo hace, la reacción se torna insoportable.