Dice el dicho popular que, para que a acuña apriete, ésta tiene que ser del mismo palo y tuvo que ser el poderoso pastor de los senadores morenistas, Ricardo Monreal, quien tuvo que venir al estado de Veracruz y señalar que no se le puede limitar el derecho a ser votado a los contrincantes políticos, más bien deben ser los electores quienes determinen si los aceptan o los rechazan.
Pues tenga por seguro que esas palabras llevaban dedicatoria precisa con dirección al Palacio de Gobierno de la calle de Enríquez, y con copia para el Palacio del Encanto, con eso de que se tapan con la misma cobija para qué dar tantos rodeos.