Hace más de cien años ya lamentaba la situación en que laboraban los maestros rurales. Esa misma situación, cien años después, en un país supuestamente democrático, es la que viven los maestros rurales de México, pero no sólo los maestros rurales, muchos maestros que laboran en centros urbanos también padecen de ese ostracismo laboral. ¿Por qué estar con los maestros?
Porque como Chéjov, también creemos que el maestro debería de ser un artista, debería de ser «el primer hombre de la aldea, que supiera responder a todas las preguntas del campesino, que los campesinos reconocieran en él una fuerza digna de atención y respeto, que nadie se atreviera a gritarle… a humillarlo, como lo hacen todos». Como Anton Chéjov entiendo que «sin una formación amplia del pueblo el estado se desmoronará como una casa levantada con ladrillos mal cocidos». Por la educación de nuestros hijos, por nuestro futuro, por nuestro México, por eso estamos con los maestros.