Jorge Flores Martínez / Ya no hay forma de que Morena y sus partidos aliados conserven la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, ahora el tema es si les dará para conservar la mayoría simple, es decir, la mitad más uno de los 500 diputados.
La elección importante en Palacio Nacional, como lo he venido diciendo desde hace meses, es la cámara de diputados federal, lo demás es serio, pero está varios escalones abajo, aún las gubernaturas. Lo que está en juego para el proyecto del presidente López Obrador y su transformación pasa por el Congreso y mantener la mayoría calificada de dos terceras partes de los diputados era indispensable, perder la mayoría simple es un golpe muy fuerte a la cuarta transformación.
Estoy convencido que en caso de que los resultados no le favorezcan al presidente, él los desconocerá y gritará a los cuatro vientos que hubo un fraude orquestado desde el INE en complicidad con los partidos políticos de oposición y la mafia del poder. La intención será destruir las instituciones y los órganos autónomos de la república en los próximos meses, estoy seguro que estos serán de alta convulsión política en el país.
El escenario lo ha estado construyendo día a día: acusaciones a la prensa, confrontación con el gobierno de los EEUU, desprestigio del arbitro electoral y enfrentamientos con organizaciones de la sociedad civil son el tema de todas las conferencias mañaneras del presidente. Él sabe que los resultados no le favorecen como quisiera, necesitaba aplastar a la oposición “moralmente derrotada” y al parecer no le va a alcanzar.
Pero México no puede ser el país de un solo hombre, necesitamos estar representados, construir un proyecto de nación en un marco democrático de dialogo donde todos los mexicanos estemos incluidos; una república donde nadie sea la ley y el verdugo; un México en el que todas las visiones y opiniones de futuro sean válidas. Terminar de una vez y para siempre con la estúpida polarización de los que están conmigo y los que están contra mi, de los liberales y los conservadores en eterna guerra que solo se libra en su cabeza.
En caso de darse un resultado adverso para la cuarta transformación los próximos tres años serán políticamente muy complicados, seremos gobernados por un presidente muy enojado que tenderá, sin duda, hacía una radicalización de sus políticas, es decir, como un jugador compulsivo, en cada jugada se jugará todo.
Nuestro país debe ser uno de libertades, donde el diálogo sea la premisa fundamental de la política, tenemos, como ciudadanos, que defender nuestra siempre frágil democracia. Sé que nuestras instituciones no son perfectas y están muy lejos de serlo, lo que nos jugamos el próximo 6 de junio es conservar lo que hemos avanzado, sea mucho o poco, es nuestra democracia. Ningún partido o persona puede asumirse como su baluarte y único referente.
Entiendo el deseo del presidente de apurar el paso de su transformación, puedo hasta comprender que le estorben muchas de las instituciones que hemos construido los mexicanos en las últimas tres décadas, pero me es imposible justificar y aceptar que como presidente de todos los mexicanos esté dispuesto a realizar su transformación pagando como precio para lograrlo nuestras libertades y derechos.
No me importa que se enoje el presidente, el país somos todos.
Piensa tu voto.
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