Francisco Vargas / Desde el momento en el que el partido político Movimiento Ciudadano decidió no repetir la alianza con el PAN y el PRD para las elecciones de este año, con la justificación de que no harían alianzas con el PRI, se supo que era imposible sacar adelante un proyecto independiente siendo la tercera alternativa política para el elector, a tal grado que tuvo que recurrir al igual que los partidos con nuevo registro, a postular cantantes, actores, comediantes, conductores, influencers, etc.
En la mayoría de los distritos del país, los candidatos a diputados, federales, locales y alcaldes de MC, no figuran a veces siquiera en tercer lugar de las encuestas, de igual forma en sus 14 candidatos a gobernador, claro, sin tomar en cuenta a su candidato en Nuevo León; Samuel García.
A pesar de que Samuel inició la contienda en un evidente tercer lugar y en algunas encuestas hasta en cuarto, actualmente se encuentra disputando el primer lugar con Adrián de la Garza, candidato de la alianza PRI y PRD, puntero desde el inicio.
Todo el poder político y mediático de MC (si es que llegasen a tenerlo) lo volcaron a Nuevo León, específicamente a sus candidatos más emblemáticos, Samuel García y Luis Donaldo Colosio, sí, el mismísimo hijo del excandidato presidencial, uno busca ser gobernador y el otro gobernar Monterrey, el municipio más industrializado y poderoso del país. Es la carta fuerte del partido, pero en frente tienen de adversario a un PRI que no permitirá ni de broma que un partido que no figura ni en los municipios más alejados los doblegue.
Pero, ¿Qué papel juega realmente Movimiento Ciudadano en Nuevo León y en el resto del país? ¿Por qué en sus spots critican de lleno a la alianza “Va Por México” mucho más que a la de Morena? ¿A caso sus candidatos tienen prohibido hablar mal de López Obrador y su gobierno?
Pues todo indica que si, y la prueba en calca de esto es la intromisión del mismísimo Presidente de la República, que con el mayor descaro del mundo y volviendo a pisotear la veda electoral y la propia ley, acusó a Adrián de la Garza de presuntamente comprar votos a través de un programa con tarjetas para apoyos para mujeres. Sabiendo que este ataque favorecería evidentemente al candidato emecista, dado que la candidata de su partido se quedó en un muy lejano tercer lugar.
Lo verdaderamente peligroso es que llegó al límite de presionar a la Fiscalía General de la Republica a través de la FEDE para que se investigue a ambos candidatos punteros, dejando así no solo dejando en evidencia la inexistente autonomía de la misma fiscalía, sino también el lamentable retroceso a la época autoritaria de la década de los 70´s donde las entonces procuradurías y ministerios públicos se utilizaban para perseguir y encerrar a los adversarios y opositores al gobierno.
De llegarse a concretar la detención del candidato puntero así como la anulación de la elección local por supuestos delitos electorales a menos de un mes de que se lleve a cabo o incluso posterior a esta, México sufriría su primer fuerte golpe de autoritarismo a la democracia por parte de López Obrador en complicidad de su partido y sus secuaces satélites.
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