Fernando Padilla Farfán / Dentro de no mucho tiempo, los congresos de los Estados se verán obligados a legislar sobre temas que pensar en ellos ahora parecería absurdo; se diría que se trata de medidas autoritarias, atentatorias contra la dignidad humana y los derechos del individuo.
El gasto que realiza el Estado para combatir los efectos de la obesidad tiende a crecer de manera acelerada, como acelerada es la vida que llevamos. A manera de excusa decimos que no tenemos tiempo para practicar deportes o hacer ejercicio; el automóvil no lo soltamos ni para ir a la esquina. No nos detenemos para pensar que lo que nos falta es disciplina y voluntad, para hacer de nuestro cuerpo una unidad de mayores niveles de productividad.
Mientras no seamos conscientes del daño que provocamos a nuestro organismo en lo individual y al Estado en lo financiero, por la inactividad física y desorden alimenticio, las oportunidades de progresar como sociedad estarán cada vez más lejos ya que los recursos se destinarán, de manera creciente, para atender los problemas derivados de la obesidad.
Por ello el comentario en cuanto a que dentro de algunos años, el gobierno afrontará la necesidad de tomar medidas extremas para reducir los niveles de obesidad, que ya son alarmantes. Pareciera que por el momento no se quieren tocar los intereses de las grandes compañías refresqueras y las que elaboran productos chatarra. Tampoco se observan por ningún lado campañas agresivas para concientizar a la gente que debe procurar su salud. Tienen que convencer que el ejercicio no es opcional. Esto es para el cuerpo, pero el cerebro también está desatendido.
El cerebro es un músculo que requiere de ejercitación. Un cerebro que no está debidamente ejercitado no podrá aquietar sus pensamientos cuando agobian al individuo. Hay que recordar que la ética tiene su origen en los pensamientos. Los pensamientos son sumamente importantes para el desarrollo del individuo porque no tan solo impactan en el interior, sino en el exterior también. Un cerebro con bajo nivel de ejercitación se encuentra impedido para hacer los más elementales análisis.
El cerebro es la principal fuente de los sentidos, y de los sentidos proceden las emociones. Las emociones les dan fuerte impulso a los individuos, los proyectan, los conducen. Cuando las emociones no están sincronizadas con el buen funcionamiento del cerebro sobreviene la ansiedad, el enojo y la ausencia de alegría. Las emociones son fundamentales para las negociaciones en la política, al interior de la familia y en el mundo de la empresa privada. Las emociones son el resultado químico del hipotálamo.
También cabe mencionar que la oración le hace bien al cerebro, pero no la practicamos. Está comprobado que la plegaria cambia la forma de las moléculas, las vuelve más sanas, más positivas, más vitales.