Encuestas y realidad

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- en Opinión

Sergio González Levet / Se los voy a contar como a mí me tocó verlo, aunque omitiré nombres y cambiaré algunas circunstancias, porque no se trata de embrocar a nadie de gratis.

Sucedió hace años, más de 20, cuando aún permanecía la jettatura priista en las elecciones, aunque el PAN ya había logrado obtener triunfos en una gubernatura y en varias presidencias municipales importantes a lo largo del país, además de posiciones en el Congreso y legislaturas locales.

Pues bien, se dio el caso de que los tricolores designaron a su candidato para un estado y resultó que este personaje tenía un fuerte diferendo con el Gobernador en turno, no obstante que eran compañeros de partido, aunque no de sector.

El mandatario se dio cuenta que el triunfo de su enemigo le traería serias consecuencias y tal vez hasta la cárcel, de tal tamaño era el odio entre ambos. Así que tomo una decisión muy socorrida en estos casos: empezó a ayudar en lo oscurito al candidato de la oposición mejor posicionado, mientras aparentaba dar pública y privadamente su apoyo a su correligionario.

Un elemento de esa táctica fue mandar a hacer encuestas en las que el aspirante oficial aparecía con una amplia ventaja sobre su oponente más cercano. El objetivo era que el priista se confiara y descreyera de la simpatía popular que efectivamente estaba ganando su adversario.

Esa casa encuestadora era hechiza y la construyó el Gobernador con el expediente de pasarle una buena de cantidad en efectivo a un experto en estadística, quien de inmediato montó oficinas, hizo los registros necesarios y se dedicó a inventar muestras en las que se veía una victoria rotunda del candidato oficial contra el de oposición.

Ésa y otras acciones llevaron a que se diera por primera vez en la historia de ese estado la transición de un partido a otro.

Al amigo de las encuestas le fue muy bien con el negocio, al grado que renunció a su empleo y le invirtió a su empresa para hacerla crecer y que tuviera una presencia nacional.

Hoy es una de las más conocidas encuestadoras del país.

Si rastreamos el origen de muchas compañías que hacen estudios de opinión, seguramente encontraremos orígenes oscuros como el de nuestra historia.

Eso da cuenta de que hay empresas que se dejan tentar por el poder y/o el dinero para cambiar los resultados de sus muestreos.

Por eso hay una guerra de cifras entre las encuestadoras, y de pronto vemos que unas le dan los mejores resultados a los candidatos de algún partido o coalición, y otras a los opositores.

Resulta extraño que el partido en el poder salga tan bien posicionado con sus candidatos en lugares en donde el pejismo ha perdido la simpatía que tuvo en 2018, cuando AMLO atrasó históricamente.

Es la guerra oficial de las encuestas, que quieren aderezar la realidad con datos que sólo están en la imaginación del patriarca y sus cercanos, quienes piensan que de este modo van a convencer a las masas de que se vuelquen nuevamente a su favor en las urnas.

Pero eso está por verse.

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