Sergio González Levet / Candidatos, dirigentes de partidos, funcionarios estatales, periodistas, buscadores de chamba y una caterva de personajes de todos los tipos buscan con denuedo acercarse al Consejero Presidente del Organismo Público Electoral Local de Veracruz, Alejandro Bonilla Bonilla.
Es el hombre más solicitado del momento porque tiene en su cancha las decisiones más importantes de este tiempo, todas relacionadas estrechamente con el complejo proceso electoral veracruzano.
Un académico con estudios de posgrado suficientes, un funcionario con experiencia y una persona pública discreta, alejada del exhibicionismo, Bonilla Bonilla se ha decantado hacia el trabajo presencial -con jornadas interminables para los funcionarios y empleados que se han puesto la camiseta y le echan todas las ganas a la chamba, pro igual para los que no le la ponen por abulia o enojo-. Gracias a ello, ha conseguido que el Organismo camine como un reloj finamente aceitado, como una nave bien dirigida en el mar turbulento de las elecciones más grandes de la historia.
Hará que decir que Alejandro Bonilla también ha estado a punto de conseguir que muchos de sus trabajadores caigan exhaustos ante la carga de trabajo monumental que implica organizar 212 votaciones municipales y 30 distritales (por comparar, el OPLE del Estado de Aguascalientes operará 11 elecciones municipales y 18 distritales: 29 allá contra ¡242 acá!).
El licenciado Bonilla y sus colaboradores tendrán que lidiar además con alrededor de 2 mil candidatos a diputados locales uninominales y plurinominales, así como a presidentes municipales, síndicos y regidores… y sus suplentes.
Al número de miles de aspirantes y abanderados hay que sumar los millones de pasiones que se desatan siempre en este tipo de procesos, que en muchos municipios son vistos como verdaderas competencias, luchas encarnizadas por el poder y el dinero cercano y visible que entraña dirigir un ayuntamiento.
Y a los miles de suspirantes y los millones de pasiones también tenemos que añadir los innumerables intereses que se manejan alrededor de estos comicios, en los que hay que incluir a políticos viejos y nuevos, a funcionarios de la Transformación y no, a empresarios, a líderes sociales, al no tan embozado crimen organizado.
Todos se quieren acercar a Alejando Bonilla Bonilla, pero pocos querrían estar en sus zapatos, con tantas noches de claro en claro y tantos días de turbio y turbio, como don Alonso Quijano, que perdió los estribos por la falta de sueño y de descanso, y esperamos que en nuestro caso eso no suceda. Ni Dios lo quiera.
En fin, ahí va la elección estatal, cumpliendo sus plazos y con un OPLE que está haciendo su trabajo.
Esperemos que le vaya bien a todos… y al licenciado Bonilla.
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