Sergio González Levet / En unos cuantos días llegará a Veracruz-Puerto, a Xalapa y a dos o tres ciudades más la segunda ola de vacunación para adultos mayores, con lo que una buena parte de la población en riesgo quedará protegida contra el contagio del SARS-CoV-2, la versión del coronavirus que tanta lata nos ha dado, al grado que transformó el mundo cotidiano para todos los seres humanos y le dio un bajón tremendo a la economía mundial y a los bolsillos de cada jefa o jefe de casa, de cada empleado (muchos de ellos ahora desempleados) y de cada persona, aunque estudie o trabaje, o que ni estudie ni trabaje.
Muy democrática la Covid-19, que le dio a todos: niños y ancianos, personas feas y bonitas, ricos y pobres, funcionarios todopoderosos y burócratas, buenos y malos… Muy democrática, sí, como un perro que ni nos deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Viene la segunda vuelta por estos entornos, y los mayores de 60 años que acudimos a recibir la primera dosis de Pfizer, nos encaminamos a hacer una larga cola (el primer día de aplicación) o un rato muy corto (los siguientes días) para recibir la aplicación que cerrará el ciclo de la inmunidad.
Preocupa que de los 15 millones de ancianos que sobreviven en México cerca de 2 millones (entre 10 y 15%, según la difusa cifra oficial) no se vacunarán por razones muy diversas:
1. “Yo ya viví, y que sea lo que Dios quiere” (como si el Todopoderosos estuviera viendo caso por caso y decidiera a quién y a quién no le da el contagio).
2. “La enfermedad no existe y la vacuna es para matar a 2 mil millones de personas, porque ya somos muchos en el mundo” (esta afirmación permanece en las redes y en la mente de muchísimas personas que quieren creer en complots de ciertas personas riquísimas que, según esto, controlan el mundo; los favoritos para ser citados son Bill Gates, Elon Musk y entre nosotros el paisano Carlos Slim).
3. “Ponerse la vacuna es una tontería, porque existen curas mucho más baratas y efectivas” (entre ellas la más mencionada es el dióxido de cloro, del que afirman sus panegiristas y quienes lo venden que ha salvado miles de vidas, aunque no existe un estudio serio que demuestre esa afirmación).
4. “Las vacunas no sirven para nada, son solamente una estrategia del Gobierno de López Obrador para que nos convirtamos en electores cautivos de su partido” (tampoco se ha podido demostrar nada al respecto y el propio INE, tan quisquilloso, no ha mostrado ninguna reacción).
En fin, las vacunas se han convertido, como la religión, en un asunto de conciencia personal, y cada quien tomará su decisión de acuerdo con sus ideas… o con la falta de ellas.
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