Arturo Reyes Isidoro / Entre ya mis lejanos recuerdos, me veo cargando una manta sujetada por dos palos a los lados, encabezando una marcha en Coatzacoalcos para protestar contra la invasión norteamericana en República Dominicana. Era 1965, estudiaba yo la secundaria nocturna en la secundaria y preparatoria “Miguel Alemán”. Tenía 15 años.
Ahí conocí a Adbisamet (la verdad, ya no recuerdo si así se escribía) Vallejo, mi compañero de estudios, hijo de Demetrio Vallejo, viejo luchador de izquierda, todo un icono, líder ferrocarrilero encarcelado en Lecumberri por el gobierno de Adolfo López Mateos.
Adolescente, asistía a los mítines que encabezaba el ingeniero Heberto Castillo, veracruzano, nativo de Ixhuatlán de Madero. Encabezaba entonces el Frente de Liberación Nacional (FLN), que tenía el propósito de unificar la izquierda mexicana.
En 1968, si bien a distancia, viví la represión de Gustavo Díaz Ordaz contra el histórico movimiento estudiantil. Me solidaricé con mis compañeros. Igual, protesté en 1971 contra la agresión de Los Halcones, que envió Luis Echeverría para reprimir otro movimiento estudiantil. En ambos hubo muchos jóvenes muertos, nunca se ha sabido exactamente cuántos.
Pero supe también de la represión, del encarcelamiento de David Alfaro Siqueiros, de José Revueltas y de muchos otros. Ferviente lector de la revista Siempre! Presencia de México, dirigida por el maestro José “Pepe” Pagés Llergo, icónica revista de México, único espacio que nunca se doblegó al gobierno, seguí las luchas libertarias que marcaron toda una época.
Deseábamos un mejor país. Por acabar con la represión de los gobiernos del PRI, por una auténtica libertad de expresión, por un México democrático, para que se acabara el abuso, la arbitrariedad, la impunidad, el influyentismo, la desigualdad, porque se permitiera la apertura a las voces disidentes y se les escuchara.
Admiré y todavía alcancé a conocer en vida a Miguel Ángel “el Ratón” Velasco, xalapeño, panadero de oficio, anarquista, líder del Partido Comunista Mexicano, un icono de la izquierda mexicana, que los actuales huéspedes del palacio gobierno no tienen ni la menor idea de quién fue.
Con todo lo anterior quiero significar que ha habido una lucha histórica por alcanzar más y mejores estadios, para lograr, para tener un México mejor en todos los sentidos; lucha que ha costado muchos sacrificios incluyendo la vida de muchos mexicanos que querían un mejor país para que lo vivieran y disfrutaran sus descendientes.
¿Ha valido la pena tantos años de lucha? Opino que sí, pero no sin caer, en ocasiones, en una gran decepción.
Soy uno de muchos que confiesa que en 2018 votó por Morena. Quería un cambio, la continuidad de la lucha por un mejor país. Mi decepción se acrecienta cada día más. Mi decepción llega al límite.
Nunca me imaginé, ni en sueños, que en quien confiábamos, o en quien confiaba, en quien creí que iniciaría una nueva etapa histórica en la vida de Veracruz, quien había vivido y sufrido las represiones de los regímenes sobre todo priistas, terminaría convirtiendo su gobierno también en un aparato represor.
¿Qué le pasó a Cuitláhuac García Jiménez, luchador, activista de izquierda, pero hombre ilustrado –eso quiero creer–, profesor universitario, educado también en el extranjero, que vivió en países altamente desarrollados, democráticos, que a la mitad de su gobierno ha actualizado, a mi juicio para mal, el Código Penal del Estado de Veracruz?
El jueves 11 de marzo, la mayoría del Congreso, de su partido, que obedece a sus instrucciones, aumentó las penas al delito de “ultrajes a la autoridad”, una legislación ambigua que por lo mismo permite la represión del gobierno contra todo disidente, del tipo que sea, y que puso en práctica violando la misma ley.
¿Por qué, señor gobernador? Una histórica mayoría lo llevó al poder. Confiaba en usted. Esperaba un verdadero cambio. Dejar atrás, para siempre, una historia de abusos, de atropellos, de arbitrariedades, de represión; que se les permitiera hacer sus justos reclamos con toda libertad y sin temor a una represalia.
En los primeros meses del gobierno de Morena, cómo recuerdo la primera de las pocas veces que he platicado con el delegado federal de Bienestar en el Estado, Manuel Huerta, de hecho, el representante del gobierno federal, del presidente López Obrador en Veracruz.
Hubo un momento en que le expresé mi inquietud por el riesgo de que el gobierno de Morena, de López Obrador, nos fuera a reprimir por ejercer nuestra libertad y practicar un periodismo crítico. Pasivo, sereno, me respondió tajantemente que no, que no ocurriría.
Recordó entonces que ellos, como oposición habían sufrido persecución, represalia, lo cual era cierto, y me dijo que no, que nunca repetirían lo mismo que les habían hecho a ellos.
Por eso me extraña, me decepciona y me preocupa la medida aprobada por el Gobierno del Estado. En columna anterior ya expuse el riesgo al que ahora estamos expuestos por protestar o mostrar inconformidad por algún abuso de la policía.
Con cualquier pretexto nos pueden aplicar el delito de “ultrajes a la autoridad”. Los especialistas en Derecho, los más autorizados, han confirmado que la misma Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha pronunciado en contra de la aplicación de esa norma.
La califican de represora, sin ninguna duda, y se basan en dictámenes de órganos nacionales y extranjeros.
La reforma al Código Penal se aprobó en pleno proceso electoral y se inmediato se aplicó a un opositor; pende sobre los demás actores políticos. Tal parece que fue aprobada con la intención de reprimir, para disuadir, a todo disidente.
Pero también para proceder contra la población civil. En Xalapa ya se tuvo un ejemplo. En mayo próximo cumpliré 51 años comentando la vida pública política de Veracruz. Nunca antes vi ni viví una situación igual. Ni con los gobiernos del PRI ni con los del PAN. El Estado represivo, que actualizó una ley para actuar, quién se lo iba a imaginar, regresó con Morena. Me recuerda mucho al delito de “disolución social”, que en los años 60, 70, utilizaron los gobiernos del PRI para reprimir a todo opositor, a todo inconforme.
Me pregunto si ellos, los morenos hoy en Palacio de Gobierno, creen que reprimiendo a la población van a ganar la elección en puerta. Al contrario. Y parafraseando a Fidel Castro, uno de sus ídolos, creo que la historia no los va a absolver, los va a juzgar.
Abre nuevo espacio cultural
Este viernes 19, a partir de las 18.00 horas, en la calle Pino Suárez 23, se abrirá un nuevo centro cultural en Xalapa: “Espacio Nómada”, a cargo de la antropóloga y directora de cine documental, Sac-Nicté García y la cocinera Mariana Zentella. Se trata de una cafetería, librería y galería, cuya especialidad es la comida libanesa, con productos naturales cultivados de manera orgánica.
La apertura se llevará a cabo con una exposición de dos artistas mexicanas: Martha Castellanos y Mayra Lagunes, ilustradoras del libro Sueños con serpientes, de la periodista y escritora Sonia García García. Se trata de 21 coloridas ilustraciones, elaboradas con distintas técnicas, mediante las cuales, las artistas interpretan los sueños y mitos que subyacen en la poesía de la autora.
La inauguración contará también con la actuación del dúo musical de piano y violín de Greta y Oleg Zavala Fuentes, dos jóvenes músicos xalapeños con un gran talento, quienes dan a conocer un repertorio infinito de melodías, que forman parte ya de nuestro patrimonio cultural.
Más tarde, la velada será amenizada por la música de la banda de música alternativa Py&Co, un grupo de jóvenes que interpretarán diversos ritmos y acompañarán la lectura de los poemas de Sueños con serpientes.
Los asistentes, que tendrán que registrarse previamente, podrán degustar de los platillos que ofrece “Espacio Nómada” y que están preparados por el equipo de profesionales, que colaboran en este lugar.
Se informa que todos los actos se llevarán a cabo aplicando los protocolos de sanidad y que no se permitirá la entrada a las personas que no tengan cubrebocas.