Morena, como gobierno del cambio llegó diciendo que no iba a haber represión; llegó pregonando la frase: «Abrazos, no balazos». Las primeras manifestaciones que ocurrieron en el estado de Veracruz en el sexenio actual, las tomas de carreteras o de instalaciones gubernamentales se prolongaron porque el gobierno no intervenía, no mandaba elementos de seguridad para reprimir a los manifestantes. Eran los primeros meses del gobierno de López Obrador, del gobierno de Cuitláhuac García. ¿Qué los hizo cambiar de parecer?
Pues la mala reputación que han adquirido por el mal gobierno y su desempeño. Ahora, en su desesperación, al gobierno de Cuitláhuac García ya no le importa quedar como represor, otra raya más al tigre no hace gran diferencia. El prestigio de Morena está por los suelos. Si Morena fuera buen gobierno, si los ciudadanos estuviéramos complacidos con su forma de gobernar, si hubiera resultados positivos, no habría necesidad de manifestarse, no habría necesidad de reprimir.
Pero el gobierno de Cuitláhuac García está perdiendo el control, está ganando el rencor de la gente que se ha dado cuenta que el cambio sólo fue una ilusión, una burla. Ahora ellos tienen miedo de perder el poder, miedo de que los ciudadanos les den la espalda. Y por ese miedo reaccionan con violencia, reprimiendo.
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