Sin la foto de su pastor y cargando con el desprestigio de los gobernadores morenistas a sus espaldas, los candidatos de Morena están en serio riesgo de perder el poder ante una alianza amorfa y sin doctrina política, pero eso sí, muy unida con un solo motivo: arrancarle un trozo de poder al Tlatoani de la 4T. Si Morena pierde la mayoría en el Congreso Federal, aunque gane más del 50 por ciento de las gubernaturas en juego y logre acaparar cientos de alcaldías, ésta será considerada una dolorosa derrota.
No por algo, el presidente de Morena, Mario Delgado, anda nervioso; sabe que si entrega malas cuentas, su carrera política se verá muy acotada, pero no sólo la de él, sino también de su mecenas Marcelo Ebrard, su gran carnal y dicho sea de paso le dará un duro golpe al mismísimo presidente López Obrador.