Muchos analistas creen que San Lázaro, recinto del Congreso Federal, cambiará de rostro después de las elecciones del 2021. En estos momentos sólo los chicharrones de Morena y sus aliados satélites truenan, juntos ocupan 251 curules, que viene siendo el 50.2 por ciento de la composición de este recinto legislativo, cifra que les permite aprobar el presupuesto del gobierno federal y las reformas que envía el jefe supremo de la 4T. La guerra descarnada por el poder será en territorio comanche, éste sólo abarca a los diputados, ya que el Senado se quedará tal y como está.
Sin la foto de su pastor y cargando con el desprestigio de los gobernadores morenistas a sus espaldas, los candidatos de Morena están en serio riesgo de perder el poder ante una alianza amorfa y sin doctrina política, pero eso sí, muy unida con un solo motivo: arrancarle un trozo de poder al Tlatoani de la 4T. Si Morena pierde la mayoría en el Congreso Federal, aunque gane más del 50 por ciento de las gubernaturas en juego y logre acaparar cientos de alcaldías, ésta será considerada una dolorosa derrota.
No por algo, el presidente de Morena, Mario Delgado, anda nervioso; sabe que si entrega malas cuentas, su carrera política se verá muy acotada, pero no sólo la de él, sino también de su mecenas Marcelo Ebrard, su gran carnal y dicho sea de paso le dará un duro golpe al mismísimo presidente López Obrador.
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