Para empezar, la amiga del presidente, esposa de John Ackerman, no dejó que los trabajadores de la Auditoría Superior de la Federación entraran a su dependencia. El reporte de la ASF señala que la dependencia que dirige Irma Eréndira Sandoval «mostró resistencias al proceso de fiscalización, al no permitir el acceso al equipo auditor a sus instalaciones y archivos, y sus servidores públicos se negaron a comparecer ante la ASF». A pesar de esos inconvenientes, la auditoría se llevó a cabo.
Dentro de las conclusiones de esta auditoría se anotó la incongruencia de que una dependencia que debe ser ejemplo de transparencia, se muestre tan opaca: «Se concluye que la posición adoptada por la SFP durante el proceso de fiscalización resultó ser incongruente con la estricta aplicación de los principios de transparencia, rendición de cuentas, y combate a la corrupción y a la impunidad que la propia dependencia federal impulsa en el ámbito de sus facultades».
La ASF encontró omisiones, encubrimientos, deficiencias, irregularidades y una inoperancia destacable. Por ejemplo, de las 575 mil 834 declaraciones presentadas por los funcionarios en 2019, la SFP solo realizó 92 investigaciones de evolución patrimonial. Otro detalle importante es que los funcionarios de la Cuarta Transformación no han sido tocados ni con el pétalo de una investigación. ¡Vaya vergüenza! Un gobierno que pregona que se acabó la corrupción, y la encargada de combatir la corrupción es corrupta.
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