Acusar sin bases es poner en riesgo a terceros

Cuitláhuac García Jiménez FOTO: WEB
*Cuitláhuac: “ligereza” e imprudencia política
*Robo estaría detrás de crímenes de las Merlín

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / NO SE necesita ser Sherlock Holmes para deducir que en los horrendos crímenes de la ex diputada y ex alcaldesa de Cosoleacaque, Gladys Merlín Castro y su hija, Karla Enríquez Merlín –la madrugada del lunes-, los asesinos conocían el movimiento de la casa que, a decir verdad, era una fortaleza con puntos débiles, ya que si bien tenía vigilancia al frente, por donde comúnmente ocurren los movimientos internos y externos, carecía de seguridad en la parte trasera por donde entraron los maleantes utilizando una escalera e introduciéndose, directamente, a la recamara de la madre, por lo que se infiere que al escuchar los gritos y el forcejeo, la hija –que era precandidata a la alcaldía abanderada por MoReNa- acudió en su auxilio para ser recibida a tiros, en tanto a la madre la tenían tácitamente inmovilizada acaso exigiéndole abrir la caja fuerte, por lo que al ver la suerte de su descendiente intentó zafarse siendo tácitamente, degollada. Y es que, ahora se sabe por versiones filtradas a los medios, que la familia solía guardar los fines de semana el dinero de la venta de una gasolinera propiedad de las occisas, sobre todo lo correspondiente al corte del viernes, sábado y domingo, ya que hasta al iniciar la semana lo depositaban, y eso lo sabían los asesinos que acaso entraron por los recursos recabados, pero las cosas se salieron de control y alguno de ellos pudo haber sido reconocido, y para no dejar testigos decidieron matarlas a ambas. De confirmarse esa versión quedaría en entredicho la perversidad del Gobernador Cuitláhuac García Jiménez que de bote pronto acusó, prácticamente, de los acontecimientos a los “cacicazgos” regionales que, como bien se sabe, lo ejercen veladamente los hermanos Vázquez Parissi, Cirilo en su segundo periodo como munícipe y Ponciano, aspirante a la alcaldía para completar dos periodos, y quienes de acuerdo a los que conocen la zona, tienen un control absoluto de la región como alguna vez lo tuvo Eliodoro Merlín Alor, el padre y abuelo de las fallecidas.

CORRE LA versión de que Gladys Merlín habría despedido a uno de sus guardias de seguridad, recientemente, uno que le servía de chofer y escolta porque lo acusó de robo del dinero producto de las ventas en la gasolinera familiar, algo que no ha sido corroborado por las autoridades que enfocan sus baterías en los “caciques regionales” como autores intelectuales, más como un acto de perfidia o villanía política en tiempos electorales muy propia de la Cuarta Transformación que primero acusa y luego busca demostrar su dichos, aunque finalmente no logre hacerlo, pero el daño ya está ocasionado, recurriendo a la célebre recomendación de: “miente, miente, miente que algo queda”, atribuible al político, filósofo, revolucionario, teórico político y comunista ruso, Vladimir Ilyich mejor conocido como Lenin, líder del sector bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, aunque Plutarco la atribuye a Medion de Larisa, un ambiguo personaje que cinco siglos antes había sido consejero de Alejandro Magno, quien ordenaba a sus secuaces que sembraran confiadamente la calumnia, que mordieran con ella, diciéndoles que cuando la gente hubiera curado su llaga, siempre quedaría la cicatriz”, frase que reaparece en el siglo XVII, ya macerada como un conocido proverbio, según lo confirma Roger Bacon en su obra “De la dignidad y el desarrollo de la ciencia: “Como suele decirse de la calumnia: calumnien con audacia, siempre algo queda”. Un siglo más adelante, Rousseau pone en boca de un famoso delator lo siguiente: “Por más grosera que sea una mentira, señores, no teman, no dejen de calumniar. Aun después de que el acusado la haya desmentido, ya se habrá hecho la llaga, y aunque sanase, siempre quedará la cicatriz”, y finalmente entrado el siglo XIX, Casimir Delavigne, en su obra: Les enfants d’Edouard (Los hijos de Edward) da otro aire a la frase que había atravesado toda nuestra era: “Mientras más increíble es una calumnia, más memoria tienen los tontos para recordarla”, algo que seguramente no ha leído Cuitláhuac o acaso le dijeron que fue una ocurrencia del ministro de Propaganda del Tercer Reich, Paul Joseph Goebbels, a quien se la atribuyen, tomando en cuenta que siempre fue un mentiroso.

POR LO pronto, la ligereza del Gobernador podría poner en riesgo la seguridad algunas personas en Cosoleacaque o la región, pues al inducir o suponer que los cacicazgos tendrían algo que ver en los crímenes, la inquina o animadversión hacia ciertos personajes podría desatarse, a tal grado que los seguidores de los Merlín, que tampoco han sido una perita en dulce, quieran tomar venganza basados en suposiciones. Sin duda, el mandatario Estatal debería ser más serio y no crear mayor confrontación, aunque su alter ego sea el mismísimo Presidente Andrés Manuel López Obrador que sin miramiento alguno acusa de corrupción a quien le viene en gana y, no solo eso, criminaliza en aras de justiciar la inoperancia de su gobierno en materia de seguridad, aunque no se atreve a ir en contra de cacicazgos como el de Félix Salgado Macedonio, en Guerrero, a tal grado que Morena lo ratificó como su candidato a Gobernador a pesar de los señalamientos de violación y acoso sexual a cinco mujeres, y ya algunas, valientemente, se han presentado a ratificar sus dichos y han exigido que el sujeto no sea tomado en cuenta.

PERO VOLVIENDO al caso Cosoleacaque, los asesinos son de la zona y podría tratarse de ex empleados que conocían el movimiento de la casa, que sabían dónde estaban ubicadas las recámaras porque, caso curioso, en esa casa siempre ha habido perros que esta vez no ladraron sino al escuchar los disparos, esto es, los maleantes les fueron familiares. Y decimos que siempre hay perros, porque en Enero de 2005 el médico forense de la, entonces, Procuraduría General del Estado, Carlos Hugo Enríquez, de 45 años, y esposo y padre de Gladys Merlín y Karla Enríquez llegó a su residencia un martes por la noche en Cosoleacaque, y cinco perros guardianes de su propiedad lo atacaron, lo mismo que a un asistente de nombre Sotero Hernández perdiendo ambos la vida. La esposa de Enríquez, Gladys Merlín, y sus dos hijos adolescentes estaban en Xalapa donde se desempeñaba como legisladora.

EN FIN, y ojalá no nos equivoquemos, pero el asesinato de Gradys Merlín y su hija Karla pudo ser consecuencia de un intento de robo a la caja fuerte donde guardaban el dinero, pero las cosas se salieron de control, y los delincuentes eran sujetos que pudieron ser identificados por las víctimas, gente que conocía el movimiento de la residencia porque, de otra manera no habrían llegado con tal facilidad a la recámara donde ocurrieron los hechos, entrando por la puerta de atrás, y fue hasta que se escucharon las detonaciones que la guardia que cuidaba la puerta de enfrente se percató, haciendo frente a los maleantes a los que logró dispersar, siendo lesionada por un rozón en un brazo. Ciertamente, hay cacicazgos en el sur del Estado, concretamente en Cosoleacaque, pero de eso a señalarlos sin bases contundentes como los probables autores, no deja de ser una ligereza aun cuando remotamente resultara cierto. Cuitláhuac no es AMLO y sus posturas lejos de convencer lo colocan en la imprudencia política. Así de simple. OPINA [email protected]

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