Para muchos era de esperarse, un funcionario público que en ningún momento dejó de trabajar, y que usaba muy pocas veces el cubrebocas, tarde o temprano habría de enfermar de coronavirus. No le sirvió el “detente”, ni su estampita del Santo niño de Atocha ni el Sagrado Corazón de Jesús; tampoco le sirvió ser honesto, pues el pregonaba que siendo honesto se era inmune al coronavirus.
La tarde del domingo 24 de enero el presidente López Obrador anunció en su cuenta de Twitter que dio positivo a covid-19: «Lamento informarles que estoy contagiado de COVID-19. Los síntomas son leves pero ya estoy en tratamiento médico. Como siempre, soy optimista. Saldremos adelante todos. Me representará la Dra. Olga Sánchez Cordero en las mañaneras para informar como lo hacemos todos los días».
En un segundo mensaje anotó: «Yo estaré pendiente de los asuntos públicos desde Palacio Nacional. Por ejemplo, mañana atenderé una llamada con el presidente Vladimir Putin porque, independientemente de las relaciones de amistad, existe la posibilidad de que nos envíen la vacuna Sputnik V».
Como dice el dicho, «tanto va el cántaro al agua…». Sinceramente esperamos que Andrés Manuel López Obrador se recupere lo más pronto posible, y que sus síntomas no pasen de ser leves. Sólo se le desea el bien al presidente.
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