Salvador Muñoz / Muy independiente de Xalapa, Morena tiene en la mira a nivel local, otro escenario: mantener la mayoría en el Congreso de Veracruz. Mismo interés igual tiene por San Lázaro. Sabe que conservando la mayoría en el Poder legislativo, estatal y nacional, hay lugar para seguir haciendo y deshaciendo las Leyes, desapareciendo instituciones y redirigiendo recursos hacia un solo Poder…
Esto no es sin duda alguna, ajeno a ningún partido político que ha alcanzado el poder: mantenerlo, conservarlo, ejercerlo… el asunto se complica cuando ciertos antecedentes como que ensombrecen las pretensiones del Partido en el Poder por hacerlo y aún más por las condiciones en que las campañas se han de realizar con una pandemia fuera de control, tanto por las propias autoridades sanitarias como por los mismos ciudadanos… vayamos por partes:
Son muchos los mensajes que el Gobierno ha dado con respecto a “su combate al crimen organizado”, siendo el primero una frase con aires pacifistas: “abrazos, no balazos”. Si bien, nadie en su sano juicio podría debatir esta idea, tampoco los delincuentes se enojan por ello, luego que en Tamaulipas oyeron tremenda arenga del Presidente con un “¡que se vaya al carajo la delincuencia! ¡Fuchi!, ¡guácala! Es como la corrupción: ¡fuchi! ¡guácala!”
Por si esto fuera poco, inolvidable fue el regaño de padrecito a los criminales: “Así no es la cosa; yo los llamo a que recapaciten, a que piensen en ellos, pero sobre todo, que piensen en sus familias; piensen en sus madres, sus mamacitas; saben cuánto sufren las mamás por el amor sublime que se le tiene a los hijos”.
Estos antecedentes de su lucha contra el crimen organizado parecen ser sacados del programa de Stand Up La Mañanera y nos llevaron en un momento, a desternillarnos de risa… pero nuestra hilaridad pasó al espanto: El encuentro de López Obrador con María Consuelo Loera Pérez, madre del Chapo, líder del Cártel de Sinaloa.
A nadie, creo, estoy seguro, le pudiera parecer rara, esa peligrosa relación entre crimen organizado y autoridades, ya sea por miedo, complicidad y si usted gusta, “cordialidad política”… López Obrador la llamó “Por Humanidad”. Antes de ese encuentro, sólo lo pudimos imaginar en algún episodio de alguna serie de narcos o quizás en un esquema muy reducido de nuestro pensamiento llegamos a creer que si se daban esas relaciones, serían en lo oscurito y no “a lo cara de perro”.
Ya que se habla de la familia del Chapo, un episodio que marca igual ese extraño combate al crimen organizado por parte del Gobierno representado por López Obrador, es la captura y liberación de Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo. Se puede decir y escribir mucho de este fenómeno político y de seguridad que vivió el país y que se vio traducido por muchos en dos escenarios: el crimen organizado puso de rodillas al Gobierno… o simplemente éste ya estaba de por sí, de hinojos.
El caso de Salvador Cienfuegos es hasta el momento, la cereza de este pastel que parece, se están comiendo el Gobierno y el crimen organizado, lo que nos lleva a pensar en las próximas elecciones donde se ha de renovar el Poder Legislativo… ¿Hasta dónde el Poder Ejecutivo es capaz de llegar para mantener el control en San Lázaro? Digo, para los candidatos de oposición ya bastante será complicado con la pandemia, tratar de convencer a los ciudadanos a reflexionar su voto en aras de hacerle contrapeso al Presidente omnipotente desde el Congreso, como para ponerse a pensar en que en una de ésas, el crimen organizado “entre a desanimar” a los candidatos de la oposición… ya tuvimos un proceso electoral 2018 muy violento como para tener que repetirlo, en aras de conservar el poder, este 2021.
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