Todo el poder al ejército alienta sospechosismo

López Obrador y las fuerzas armadas FOTO: WEB
- en Opinión
*Atrás quedaron afanes de retorno a los cuarteles
*¡Aguas!...Diría el estimado Luis Martínez Wolf

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / En un mensaje por internet transmitido el 6 de Febrero de 2012, el ahora Presidente Andrés Manuel López Obrador -en el minuto 16:30 de una grabación que anexamos-, dejó en claro su postura en caso de llegar a la presidencia: “tenemos que ir sacando al Ejército de las calles. El Ejército no está preparado para esta función, es otro su encargo, es defender la soberanía nacional y no debe de seguirse exponiendo al Ejército; es una institución que debemos de cuidar todos, no socavar al Ejército. Tenemos que ir regresando al Ejército en la medida que se va profesionalizando la policía. Ese es mi plan, creo que nos va a llevar seis meses ir regresando al Ejército para que sea la nueva Policía Federal la que se haga cargo de garantizar la tranquilidad y la seguridad pública”, e incluso puso un plazo de medio año para regresarlos a los cuarteles, y la versión puede escucharse en esta liga: https://www.youtube.com/watch?v=53rKQb5N2C8 . Eso fue en 2012, pero más recientemente, el 8 de Diciembre de 2016, retomando un comentario del, entonces, Secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, sobre que el Ejército quería regresar a los cuarteles y que estaba desgastado, López Obrador expresó de gira por Coahuila: “No se resuelve nada con el uso del Ejército, de la Marina, de las policías, con cárceles, con amenazas de mano dura, con leyes más severas. Repito: la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”. Antes, el 21 de marzo de 2011 en el Auditorio Nacional, López Obrador presentó 50 puntos de su Proyecto Alternativo de Nación, con el que Morena se constituyó como partido político, y el sexto punto fue: “Gradualmente se retirará el Ejército y la Marina del combate al narcotráfico”, lo que desató aplausos de los presentes. En 17 de Mayo de 2018, ya como candidato presidencial, López Obrador reiteró ante empresarios de la Confederación Patronal de la República Mexicana retornar al Ejército a los cuarteles y no dejarlos a cargo de la seguridad pública.

PERO ALGO cambió en el ánimo presidencial que de pronto dejó al Ejército en las calles, y muchas de las acciones de su gobierno las descansa en la milicia, como si este fuera un País militarizado o, peor aún, como si el jefe de las instituciones Federales buscara ir preparando al Ejército para que se haga cargo del País en caso de que la consulta para la revocación de mandato le sea desfavorable o, incluso, imponer a un militar al frente del Gobierno en el 2024 si las condiciones del País amenazaran con echar por la borda el proyecto transexenal. Y es que, en realidad, no se sabe que planea el Presidente al entregarle paulatinamente tanto y semejante poder a las fuerzas armadas –incluida la Marina-, ya que ahora el tabasqueño busca que las fuerzas armadas queden a cargo de una empresa del Estado que administre y opere los tramos 1, 6 y 7 del Tren Maya, así como los aeropuertos de Tulum, Chetumal, Palenque y de la terminal aérea internacional Felipe Ángeles en construcción.

CON ESA medida, argumenta, pretende en primer lugar evitar que “haya tentación de privatizar esta obra” y el segundo propósito es “garantizar la seguridad en la región”. Por lo pronto las ganancias por la administración del Tren Maya y los aeropuertos se destinarán a financiar las pensiones y jubilaciones de los elementos de las fuerzas armadas, según dice, y aunque aún están en la fase de planeación de esa medida que sería a través de una empresa controladora que opere esos proyectos, procurar que sea buena la administración del Tren y los aeropuertos, que sea autosuficiente y que las utilidades de esta empresa se destinen a fortalecer las finanzas para pensionados y jubilados de las fuerzas armadas, Marina y Defensa, es la prioridad. “Primero porque tenemos que proteger esta obra para que no haya la tentación de privatizar, y qué mejor que dejársela a las fuerzas armadas, y que tenga como propósito financiar las pensiones de marinos y de soldados. El segundo propósito para entregar el Tren y los aeropuertos a las fuerzas armadas “es que debemos garantizar la seguridad en la región, tenemos que cuidar de que no tengamos ningún problema de inseguridad, para que se garantice a todos los que visiten esta región que podrán estar seguros”.

Y UNO se pregunta: ¿Qué le tanto le debe AMLO al ejército que le hizo cambiar tanto su percepción en torno a las fuerzas armadas, a las que decía, regresaría a los cuarteles en un plazo no mayor de seis meses? ¿Qué planea el Presidente agradando al Ejército y la Marina en esto que pareciera ser un Golpe de Estado pacífico y no como ocurrió en Cuba o Venezuela: tras una asonada militar, sino entregando paulatinamente la administración que debería ser de civiles a los uniformados?. Porque es indiscutible que AMLO trae un juego entre manos, y ojalá no sea llevar a México a escenarios similares como los que vive Cuba o Venezuela, y al darle todo el poder al Ejército esté buscando reciprocidad si decide, de último momento reelegirse “porque el pueblo así lo quiere”.

AMLO dijo: “La administración, la operación del tren (Maya), la tenemos que definir con tiempo. Estamos pensando en que de Tulum hasta Palenque, que son tres tramos del tren, más el aeropuerto de Tulum, de Chetumal, de Palenque y la terminal aérea Felipe Ángeles de la Ciudad de México se maneje en una empresa que dependa de las fuerzas armadas con el propósito de que sea buena la administración del tren, de los aeropuertos, que sea autosuficiente y que las utilidades se destinen a fortalecer las finanzas para sus pensionados y jubilados”. Hasta ahora nadie ha dicho nada, porque ningún partido en sano juicio se confrontaría con las Fuerzas Armadas, pero en el análisis que nos corresponde a la prensa, las ahora excelente relaciones invitan al sospechosismo, y aunque siempre hemos defendido a la institución por nuestro propio origen, y porque así nos lo inculcaron, no por ello debemos dejar de reconocer que de pronto a AMLO, solo le falta aparecer con uniforme militar como en su momento lo hizo Felipe Calderón a quien le valió el mote del comandante Borolas impuesto por el propio Presidente.

NO ES secreto que desde que llegó a la Presidencia, el Ejército mexicano ha asumido crecientes funciones en la vida pública nacional con el aval del Ejecutivo, pese a que en sus tres campañas presidenciales se pronunció a favor de regresar a los soldados a los cuarteles y quitarles la responsabilidad de la seguridad pública, pero al asumir la máxima magistratura, hace dos años, incrementó los apoyos a la milicia con la creación de la Guardia Nacional, que pretendía tener un mando civil, pero en la práctica, ha sido militar. En ese tenor, la creciente militarización en México es motivo de preocupación en un momento en el que prevalece una creciente crispación social, y un presidente que sigue los pasos del caudillismo latinoamericano trasnochado. Como fuera, las Fuerzas Armadas son responsables de infinidad de actividades que van desde la construcción y administración del nuevo aeropuerto de Santa Lucía, la edificación del Parque Ecológico Lago de Texcoco y de un nuevo aeropuerto en Tulum, hasta el control de 2 mil 700 sucursales del Banco del Bienestar, además de la construcción de algunos tramos del Tren Maya. ¡Aguas!!! Dijera mí siempre admirado y querido Luis Martínez Wolf. OPINA [email protected]

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