¿Qué es peor, un pinche presidente o un presidente pinche? Escandaliza que Brozo llamara pinche a López Obrador

Víctor Trujillo, Brozo, el payaso tenebroso FOTO: LATINUS

Señala Octavio Paz que las palabras tienen un poder mágico que se intensifican por su carácter prohibido: «Nadie la dice en público. Solamente un exceso de cólera, una emoción o el entusiasmo delirante, justifican su expresión franca. Al gritarla, rompemos un velo de pudor, de silencio o de hipocresía. Nos manifestamos tales como somos de verdad». Pero en esta sociedad hipócrita las personas confunden los calificativos francos con malas palabras, por ello optan por el eufemismo. Un pendejo es un pendejo y no sólo una persona torpe, descuidada. En Veracruz tenemos el mayor ejemplo de eso. Víctor Trujillo en su papel de Brozo, quien ha sido muy celebrado por su lenguaje soez dirigido a los políticos corruptos, está siendo linchado por haber llamado «pinche presidente» a López Obrador.

Los chairos en su hipocresía se lanzan con todo contra Brozo, esos mismos que justificaron a Fernández Noroña cuando dijo de una diputada del PAN que era «más bocona que la chingada». Habría que decir a esos chairos que el calificativo pinche se gana, no se concede. Cuando uno va a un taller mecánico y le hacen un mal trabajo, concluye que ese taller es muy pinche; si te preparan una hamburguesa y no es como la que se muestra en el cártel que la anuncia, dices que la hamburguesa está muy pinche; si vas a ver una película y resultó ser muy aburrida, terminas no recomendándola por ser una película pinche.

Así, un presidente que dijo que iba a erradicar el nepotismo, el influyentísimo, la corrupción, pero que termina dando contratos a la prima o solapando al hermano; un gobierno que dijo que los servicios de Salud iban a estar como los de Dinamarca, pero terminan cobrándote las medicinas y la atención es pésima; un gobierno que dijo que se iban a acabar los contratos directos, pero descubres que en un estado, Veracruz, el 99 por ciento de los contratos fueron directos, entonces, con el perdón de los chairos, pero no tenemos un pinche presidente, tenemos un presidente muy pinche.

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