Bernardo Gutiérrez Parra / En Estados Unidos y Europa no se estilan las filtraciones sobre investigaciones a funcionarios corruptos. Si por alguna infidencia un reportero llega a saber que a Fulanito de Tal lo están investigando por desvío de recursos, difícilmente da a conocer la información para no entorpecer el debido proceso y además, para no meterse en una bronca judicial.
Las investigaciones se hacen en la mayor secrecía y cuando el presunto inculpado se viene a dar cuenta es porque ya está tras las rejas. Es entonces y no antes, cuando los medios dan a conocer los pormenores de la acusación.
Tanto en Estados Unidos como en Europa el que la hace la paga. Ya sea un gobernador, parlamentario o cuñado del rey, quien comete un delito se enfrenta a la justicia. Y una vez que el individuo purga su condena y devuelve lo que se robó, pasa a vivir (si eso es vivir) en el peor de los ostracismos y jamás vuelve a participar en política.
Aquí se estila de otra manera y son las mismas autoridades las que filtran las investigaciones a los medios. De ahí que es común leer: Fulano de Tal a un paso de la cárcel; Zutano es investigado por posible desvío de recursos; existen fundadas sospechas de que Perengano tiene nexos con el narco. Lo que predispone a los señalados.
Unos consiguen buenos abogados, otros huyen y hay quienes se quedan y nadie les toca un pelo.
Un portal de noticias publicó la semana anterior una nota donde el Órgano de Fiscalización Superior da a conocer que en el sexenio de Javier Duarte y el bienio de Miguel Ángel Yunes Linares, se acumuló el mayor daño patrimonial en la historia de Veracruz al desviarse un total de 31 mil 652 millones 243 mil 586 pesos con 96 centavos. Es decir, más del 80 por ciento del quebranto financiero acumulado en 12 años fiscalizados.
Esto lector, no es nuevo. Las denuncias contra Duarte las dio a conocer hace cuatro años Juan Manuel Portal, entonces titular de la Auditoría Superior de la Federación, pero nadie le hizo caso. Tiempo después lo hizo el entonces auditor del Orfis, Lorenzo Antonio Portilla Vázquez y tampoco le hicieron caso.
Lo que llama la atención es que por el quebranto del dueto Duarte-Yunes se presentaron no una ni dos ni diez ni veinte, sino 134 denuncias penales. Repito, 134 denuncias penales. Y es la hora en que ninguno de los dos presuntos responsables ha sido llamado a declarar.
Javier Duarte (cuyo gobierno carga el grueso de las denuncias con 105), purga una condena de nueve años por lavado de dinero, asociación delictuosa y nada más. El quebrando a Veracruz no fue incluido en el documento de extradición que signaron los gobiernos de México y Guatemala por lo que no podrá ser juzgado por ese delito.
Miguel Ángel Yunes quién sabe a qué santo le reza, pero es muy milagroso.
Tiene una acusación por un desfalco al ISSSTE desde los tiempos de Felipe Calderón y le han pelado los dientes. Y en su bienio como gobernador el Orfis le descubrió un quebranto por 1, 680 millones 725 mil 243 de pesos con 96 centavos y se presentaron 29 denuncias penales.
¿Y?
Pues nada, que el señor disfruta de la libertad de los impunes que se vive en este país.
No recuerdo en la historia reciente del mundo a un par de bandidos disfrazados de políticos, que estén acusados de haber malversado, desviado o hurtado más de mil 500 millones de dólares al tipo de cambio actual y anden tan campantes.
Estamos hablando del mayor quebranto patrimonial en la historia de Veracruz, estamos hablando de una acusación debidamente sustentada, estamos hablando de que dos de los presuntos responsables tienen nombre y apellido y ninguna autoridad ha hecho absolutamente nada por llamarlos a cuentas.
A ese grado ha llegado la descomposición política y moral en México. A que ya no nos espante que un par de sujetos dispongan a su antojo de miles de millones de pesos y gocen de privilegios que no tiene quien por hambre se roba un pan.
Hay individuos que por la décima parte de lo que se robaron este par, son buscados por las autoridades años y años hasta que terminan refundiéndolos de por vida en prisión.
Sin duda México es el único país en el mundo que cobija con el manto de la impunidad a los responsables del mayor atraco a un estado (¡A todo un estado de 8 y medio millones de habitantes!) otrora rico y próspero en todos los sentidos.
¿Para Ripley? No hombre, no. Pero sí para vergüenza del propio México como nación, de Veracruz y de los veracruzanos.