El martes primero de diciembre es una fecha significativa para el gobierno de la Cuarta Transformación. Para ese día el presidente de la República ya habría sentado las bases de esta “transformación”. El propio López Obrador lo dijo; el propio presidente dio ese plazo. Es más, estaba tan seguro de que el 1 de diciembre de 2020 México sería otro gobierno, que dijo que a él entonces no le importaría dejar el gobierno: «A partir de entonces, una vez que se tengan construidos los cimientos, solo quedará la tarea de terminar la obra de transformación y seguir gobernando con rectitud y amor al pueblo para contar siempre con su respaldo».
¿Ya quedaron sentadas las bases de esa transformación? Para responder a esta pregunta hagamos un ejercicio de écfrasis. Circula en redes sociales la fotografía en donde se ve a una mujer mayor, una anciana, reflejando su rostro en el auto que viaja el presidente López Obrador. Andrés Manuel la mira, ella lo contempla, pero a pesar de la cercanía están lejos. Algo más que el vidrio de la ventanilla los separa. Cuando estaba en campaña el presidente fu muy dispendioso con sus promesas, con esos cambios que le hacían falta al país.
A estas alturas, dos años después de entrar en el gobierno, ya no debería haber corrupción, pero la hay; ya no debería haber tanta inseguridad, pero la hay; ya no debería haber tantos pobres, pero los hay; ya no debería haber tanto nepotismo, pero lo hay; ya no debería haber tanto saqueo, pero lo hay. La soberbia del presidente no lo deja ver que su anunciado cambio no se dio; pero millones de mexicanos sí se dan cuenta de que el cambio prometido, sigue faltando en el país.
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