Sergio González Levet / ¿Imagina usted cuántas mujeres en el mundo fueron violentada ayer, aun cuando fue el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer?
¡Pues fueron millones!
Eso sucede todos los días en todos los rincones del planeta. Y sólo en cuanto se refiere a la violencia física, porque si hablamos de otro tipo de abuso en contra de la mitad mayor de los seres humanos (y no me refiero con esto nadamás al número), las cifras se agrandan a miles de millones.
Hay crueldad mental, hay acoso y violación sexual, hay discriminación por el género. Vea usted cuántas mujeres directoras de orquestas sinfónicas hay. Compare el número de generales contra el de generalas (si las hay). Pregunte cuántas obispas tiene la Iglesia Católica.
El hombre ha sido esencialmente depredador contra sus vecinos del planeta y contra el planeta mismo. Ha exterminado muchísimas especies de animales y vegetales. Pero en particular se ha visto cruel con el sexo femenino.
Por siglos, las mujeres han sido ultrajadas, sobajadas, ninguneadas, apartadas al rincón.
Cuántos violadores, golpeadores compulsivos, misóginos y machos siguen por la vida como si nada hubiera cambiado en este mundo.
En cuántos países y religiones se sigue maltratando a la mujer. Cómo es posible que persista en algunos lugares y en nuestro tiempo el consejo árabe de que cuando llegues a tu casa en la noche, golpees a tu mujer, pues aunque tú no sabes por qué lo haces, ella sí lo sabrá.
Y por siglos, muchas mujeres valientes han luchado contra los hombres por sus derechos, por los derechos de sus hijas. Apoyadas, hay que decirlo, por hombres
justos que han sabido reconocer todo lo que les hemos quedado a deber en tantos milenios de patriarcado.
Hoy hemos llegado a un gozne de la historia en el que la mujer está viendo refrendados sus derechos. Ya hay legislaciones en su favor, ya se intenta llegar a la paridad de género, ya muchos abusadores están en la cárcel, ya hay instituciones que protegen a quienes quedan desamparadas.
Y ya hay mujeres empoderadas, como siempre debió ser.
Ese 25 de noviembre se recuerda porque fue la fecha de 1960 en que el presidente Rafael Leónidas Trujillo mandó a matar en República Dominicana a las tres hermanas Mirabal -Patria, Minerva y María Teresa- que formaban parte de la insurgencia en contra del dictador, conocido como el Chivo.
En conmemoración de este hecho sangriento y de las tres mártires de la libertad, la ONU decidió nombre el Día Internacional de la no Violencia Contra las Mujeres. Y ya llevamos muchos años haciéndolo, ni más ni menos que 39.
Yo sé que algunas feministas me dirán que falta mucho por hacer para que se reivindique totalmente a las mujeres. Y les digo que tienen razón.
Pero se ha avanzado, mucho se ha avanzado, y se seguirá haciendo.
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