Salvador Muñoz / Quien haya visto las pintas que hicieron ayer en la marcha contra la violencia hacia las mujeres por el centro de Xalapa, es posible que haya despertado en él la indignación por las condiciones en que quedó el centro, las paredes del Palacio, la entrada al viaducto, las de Radio UV… comprensible… es seguro que a más de uno encabrone el comportamiento vandálico de estas personas que hacen emplear recursos materiales y humanos en asuntos que debieran usarse y encaminarse a otros menesteres menos estar vigilando una marcha o repintando… pero veamos el otro lado… ¿por qué se da este movimiento de mujeres?
Porque las mujeres siguen siendo asesinadas, acosadas, agredidas, porque no se respetan sus derechos y un largo etcétera.
Quizás hayamos oído que una mujer (joven, niña o adulta) desapareció… me genera cierto escozor este verbo que sabrá Dios quién fue el que lo elevó a nuestras alertas… quizás porque en la mente de uno, el “Desaparecer” tiene cierto grado de misterio, viéndolo fantásticamente, pero drásticamente, le quita grado de existencia, como los dinosaurios, como civilizaciones… como nuestras mujeres asesinadas.
No quisiera estar en los zapatos de ninguna familia que sufra el trance de tener a una de sus mujeres “desaparecida” como tampoco imagino cada minuto de angustia, zozobra e incertidumbre que en la casa se ha de vivir… no, no “vivir”… es sufrir.
Insisto: se trata de ponerse en los zapatos del otro… y aquí, sinceramente espero, no quisiera que ninguna de esas mujeres que marchan por las calles de México, Veracruz, Xalapa, tengan la desgracia de que una de sus mujeres haya “desaparecido” y que su manifestación, ésa que estalla en pintas, destrozos, agresiones, acompañadas de rencor, enojo, furia, sea el reflejo de lo que realmente sienten: miedo, frustración, impotencia.
Miedo, porque es inconcebible que habiendo tantas Leyes, como bien lo dijo la diputada Nora Lagunes Jáuregui, se siga viviendo el horror de la violencia contra las mujeres. ¿Cómo es posible que se plasme en nuestras Leyes castigo al violador, al feminicida, al agresor, y sencillamente la violencia contra la mujer no cese? ¿Quizás requerimos más educación que leyes? Con Educación me refiero a llevar ésta a la casa, al padre, a la madre, a los abuelos, a la familia. Sí, es casi imposible una Política de Estado que entre al hogar de cada quien pero todavía lo es más, que uno quiera abrir las puertas de casa… ¿entonces? un principio podría ser que en las oficinas públicas, cada 25 de cada mes, las empleadas y los empleados tuvieran 45 minutos de conversación con personas especialistas en el tema, para que aprendan a visibilizar la violencia hacia la mujer, que la entiendan, quizás se pueda empezar a hacer algo desde el trabajo hacia la casa. Lo mismo podría ocurrir en las empresas, en los negocios… también en las escuelas en cualquier nivel…
Es una idea, quizás absurda pero con buenas intenciones…
Hay frustración e impotencia porque no hay día que las noticias se impregnen de “desaparecidas”, o de “aparecidas” muertas, violadas, torturadas, sin rango de edad o condición social…
Sí, comentaba al inicio… es seguro que muchos se indignen por edificios, paredes, calles, negocios vandalizados; igual, no comparto la violencia hacia otras entidades, como son contra policías o medios de comunicación. Violencia no se resuelve con violencia… pero creo que como ciudadanos debemos tener en claro algo: se puede cambiar un vidrio roto, se puede volver a pintar una pared, se puede recuperar la ganancia perdida ese día de la manifestación, pero no podemos borrar una violación, un golpe o regresar a la vida a una “desaparecida”…
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