Huele a traste

Cuitláhuac García Jiménez FOTO: FACEBOOK
- en Opinión

Sergio González Levet / 

Siempre para Elsy, en su día

Mi santa madre que en gloria está usaba a menudo un juego de palabras bastante simpático: “No es lo mismo huele a traste, que a traste huele” (que atrás te huele).

[Si me permiten una pequeña digresión antes de seguir con el tema -o más bien antes de empezarlo-, comento aquí que en la zona rioplatense del sur del Continente, sobre todo en la uruguaya Montevideo y la argentina Buenos Aires, al derrière femenino se le conoce como “traste”. “Che, mirá qué buen traste tiene esa mina”, dicen los vulgares cuando admiran a una dama por la parte de su anatomía más indefensa a las miradas. Así que en aquella zona, según me explicó alguna vez mi maestro Jorge Ruffinelli, podemos ver que sí es lo mismo “huele a traste” que “a traste huele”].

Bueno, de regreso a nuestra precaria realidad actual, pareciera que el Góber Cuitla trató de explicarnos en su paupérrimo lenguaje (que algún especialista de la UV le dé unas clases de dicción, por caridad) que lo hecho en Veracruz y por su gobierno está bien hecho, aunque toda la gente opine lo contrario (con excepción de los escasos amigos y correligionarios y parientes que se han visto altamente beneficiados con la versión jarocha de la Cuatroté).

No se aguantó el ingeniero mecánico electricista, y salió a dar un mensaje “breve” (más bien “chiquito”, que no es lo mismo), aunque lleno de ditirambos (les ahorro la consulta: “Del lat. dithyrambus ‘composición poética en honor de Dioniso’, y este del gr. διθύραμβος dithýrambos.

“1. m. Alabanza exagerada, encomio excesivo”).

En sus alabanzas exageradas, en sus encomios excesivos, Cuitla con sus palabras entrecortadas y sus dislates fonológicos, aprovechó el breve espacio en que sí está su necedad para asegurar sin ningún miramiento ni pudor que vamos bien y viene lo mejor.

Así, le echó imaginación para ver grandes obras en donde el pueblo ve obritas, para presumir avances en donde hay retroceso, para elogiar al señor Bola Ocho por su “trato amable” en la política interior, y al doc Bola Nueve por su eficiencia administrativa y su “atinado” manejo de la pandemia (¡ahora que en Xalapa estamos a punto de regresar al rojo por la acumulación de contagios y de muertes, y que en todo el estado claman por medicinas para enfermedades crónicas!).

Trato de entender que el pobre Cuitla, como Grenouille -el protagonista de El perfume, la increíble novela del alemán Patrick Suskind-, lo único que busca es la aprobación de la gente, y sentir lo que es ser amado por la chusma, aunque sea de manera artificial.

Ahí puede estar la razón de la obcecada idea de Cuitla de salir a hablar bien de lo que ha hecho muy mal, ostensiblemente, con el evidente e inútil propósito de conseguir que el pueblo bueno y honesto lo aplauda y lo quiera.

Pero de plano no le sale, ni se ve por dónde.

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