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Arturo Bermúdez Zurita, un asesino para muchos colectivos, viviendo la vida loca, dando clases de esquí acuático

Me pregunto, ¿qué sentirán las madres y demás familiares de los jóvenes desaparecidos durante el sexenio de Duarte al ver a Bermúdez Zurita disfrutando de la vida loca? ¿Qué sentirán todos esos que lo señalaban como el autor intelectual de la muerte de sus hijos? ¿Qué sentirá el padre del joven cantante Gibrán al ver a Bermúdez Zurita dorándose en los rayos del sol de las playas mexicanas? ¿Qué sentirán los familiares de los policías que fueron ejecutados por orden de Bermúdez Zurita, de acuerdo con la investigación ministerial?

¿Qué sentirán los del colectivo Solecito, que se pusieron de parte del gobierno que lo liberó? ¿Qué sentirá Lucía Díaz Genao que por unos baños portátiles dejó que le vieran la cara? Ahí está Arturo Bermúdez Zurita, el Capitán Tormenta, libre gracias a la Cuarta Transformación, gozando de la vida en las playas mexicanas, dando clases de Jet Ski, saliendo en televisión a nivel nacional, esbozando la sonrisa de la impunidad, intentando con esa actividad de olvidar tantos muertos, tantos rostros, tanta masacre.

A eso vinieron los de la Cuarta Transformación, a liberar criminales: Ovidio Guzmán, Salvador Cienfuegos, Arturo Bermúdez Zurita. No sólo por eso, la 4T nunca debió existir.

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