Es cierto que no se trata de regalar calificaciones ni solapar actitudes perezosas e indiferentes, pero tampoco el docente debe ser riguroso e inflexible. Desde luego que, si no hay elementos para evaluar, tampoco se puede de manera arbitraria poner una calificación aprobatoria. Pero debe tener un pan B, que incluya elementos extraordinarios para evitar reprobar al alumno.
La Secretaria de Educación Pública (SEP) señala que, al momento de calificar, se debe dar prioridad a la función formativa de la evaluación, emplear estrategias complementarias para el aprendizaje, valorar los avances a partir del contexto particular de los estudiantes, considerar las condiciones específicas en que la emergencia sanitaria lo ha afectado, utilizar la evaluación como un instrumento para mejorar el aprendizaje y asignar calificaciones solo en los casos donde los maestros hayan tenido contacto frecuente con sus alumnos.
