El golpe fue tan seco y directo por lo que cuatro de sus dientes salieron volando y terminaron esparcidos en el césped. La asistencia médica llegó de inmediato, pero las cámaras se fueron directamente a sus compañeros, quienes buscaron entre el campo las piezas dentales de Otero.
Poco a poco encontraron las cuatro y se las dieron al árbitro para que pudiera llevarlas hasta la línea de banda junto a su asistente. Pese a lo ocurrido, Rómulo Otero siguió en el juego y después del partido se le hicieron rayos X para descartar una lesión mayor.