Biden, viejo zorro de la política norteamericana, apostó su capital político a una mujer de color y de ascendencia jamaiquina e india para atraer el voto tanto de progresistas como de moderados. Kamala Harris, la carismática exfiscal general de California, de manera inteligente dirigió su mensaje a grupos históricamente marginados como las mujeres, las personas de color y los estadounidenses de bajos ingresos. El resultado: hoy Biden es el presidente de los Estados Unidos, y ella es la segunda a bordo, ocupando la vicepresidencia.
Harris es considerada progresista moderada, su postura en ocasiones es camaleónica; en ocasiones se inclinaba a la izquierda en temas como el matrimonio gay y la pena de muerte, pero con ciertas limitaciones. La antigua rival de Biden hoy fue un factor clave para que el partido demócrata se alzara con la presidencia. Si bien es cierto que Harris jugará un papel muy importante en la política norteamericana, es de reconocerse que ese puesto la coloca en la lista de la próxima candidatura presidencial.
Por lo pronto, el partido demócrata tendrá dentro de sus filas a dos mujeres de grueso calibre, nos referimos a la misma Kamala Harris y a la esposa del expresidente Barak Obama, Michelle Obama, quien también es bien vista por los norteamericanos demócratas.
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