Brenda Caballero / “Quiero comprar algunas flores, frutas, pan y veladoras para el altar”, dice mi madre con algo de entusiasmo. “¡Estamos en Pandemia! –Le digo– No puedes salir de aquí para allá de compras como si nada pasara”. Reflexiono un poco. Creo que fui demasiado drástica. Debo de aceptar que el coronavirus llegó para quedarse y que estamos en la llamada nueva normalidad, además de que es urgente reactivar la economía local.
“Creo que puedes salir con cubrebocas y tomando todas las medidas necesarias”, le digo mientras pienso en la vendedora de flores de cempasúchil, en el vendedor del pan, en la que vende sus canastitas elaboradas de papel china para el altar, o el que vende las calaveritas de azúcar o chocolate.
Realmente es una temporada complicada para quienes para vender sus productos, han tenido que poner sus puestos móviles, llevarlos casi de casa en casa o invertir menos ante el miedo de no recuperar su capital por la incertidumbre de tener ventas bajas.
Contrario a otros estados de la República, en Veracruz, algunos Ayuntamientos ya anunciaron que abrirán las puertas de sus panteones estos días santos; sin embargo, no se espera mucha afluencia ante el llamado de las autoridades estatales y federales a mantenerse en casa y honrar a sus muertos desde allí, con un pequeño altar, situación que sin duda también afectará a vendedores de flores y personal que trabaja en los cementerios y gana propinas por limpiar tumbas.
Atrás quedaron los recorridos de los cementerios, las leyendas que enmarcan los panteones, las caminatas y celebraciones. Ahora, tenemos altares en los hospitales para honrar a nuestro personal médico caído durante la pandemia.
Este año, hasta nos olvidamos de las calaveras, de su humor negro y sátira, a pesar de que el mexicano desde antaño se burla de la muerte en estas fechas.
Todo indica que estamos viviendo el luto de algún amigo, familiar o ser querido y subjetivamente tememos perder a otro conocido o pariente por Covid.
Veo a mi mamá que pone su altar, coloca papel picado que compró, flores de cempasúchil y mano de león; pone unas piezas de pan, una taza de chocolate y algunas frutas. Coloca la foto de mi papá y hasta ha pensado en comprarle una cerveza. ¡Cosas que tiene la vida y la muerte! Antes hasta se enojaba que se tomara una.
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