Las tribus morenistas sacan a relucir sus mejores armas; de manera sigilosa desentierran las hachas para la batalla descarnada que se avecina, saben que sus peores enemigos no están en la oposición, están agazapados en la misma casa; saben que están durmiendo con el enemigo. Varios actores de esta cuarta transformación jarocha se sienten dueños del predio y de franquicia morenista. Por un lado, el que ha adoptado el papel de Padrino y capo electoral de la plaza es Juan Javier Gómez Cazarín, quien entre dientes dice que se alinea con Mario Delgado, pero en el fondo los que lo conocen saben que le jugará las contras a Mario Delgado. Este diputado está empecinado en hacer alcalde a su padre, Juan Yona Gómez Martínez.
Por otro lado está el polémico y rechoncho funcionario consentido de la 4T jarocha, nos referimos a Zenyazen Escobar, quien está resuelto en hacer diputada a su esposa, Liliana López Coronado por la zona de Orizaba. Claro que no podía dejar afuera a su valedor, compa, amigo de pasiones y mil batallas, nos referimos al cuestionable Adrián Mota Montoya, mejor conocido como el Jarocho, quien quiere ser al alcalde de la capital mundial de la garnacha, con la ayuda de su valedor y desde luego con recursos de la SEV.
Por otro lado, el que teje finito, sin hacer olas, es el vapuleado superdelegado Manuel Huerta, quien desde hace semanas está moviendo sus piezas para colocar a integrantes de su tribu en el gusto del electorado veracruzano. En este contexto, Morena llega con un fuerte descalabro sufrido en el vecino estado de Hidalgo y, lo peor de todo, lleva a cuestas el descrédito del trabajo del gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
Si los exquisitos integrantes de la 4T Jarocha piensan que el primer domingo de junio del 2021 será un día de campo, se equivocan, muchos tendrán que pagar los platos rotos de la división entre ellos mismos, y de las pifias y errores de gobierno, de un gobernador, que se ha convertido en un verdadero lastre para Morena.
Comentarios