Las conferencias de prensa del gobernador Cuitláhuac García ya parecen lavadero, lugar en el que las mujeres se reunían no sólo a lavar ropa sino a echar chisme. «¿Ya supiste que la del 8 anda con el de 6?»; «Yo los vi muy juntitos»; «Sí, hasta anda presumiendo que son muy amigos». Como lavandera, Cuitláhuac García, en lugar de lanzar acusaciones directas, con pruebas que sustenten sus dichos, prefiere echar chisme y se pone a especular: «El exgobernador Miguel Ángel Yunes presumió de tener mucha amistad con Genaro García Luna y hoy está investigado por cuestiones de drogas y proteger a grupos delincuenciales también y ahora a quien le hizo ese reconocimiento Miguel Ángel Yunes (Salvador Cienfuegos), está también en esta cuestión».
¿Hizo una denuncia el gobernador? ¿Presentó alguna prueba? ¿Un audio que incrimine o que haga cómplice a Yunes Linares de los dos personajes que están siendo juzgados en los Estados Unidos? Nada de eso. Cuitláhuac García se pone el mandil de hule, lleva su tina llena de ropa sucia, se hace acompañar de otras lavanderas, Verónica Hernández Giadáns y Bola 8 y se pone a echar chisme.
Hasta donde se sabe, ningún código penal dice que la amistad sea un delito. El mismo “delito” se podría aplicar al gobernador, quien se tomó fotos con su “amigo” Francisco Navarrete Serna, acusado de haber desaparecido a 5 jóvenes en el sur de Veracruz.
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