Joaquín El Chapo Guzmán fue detenido dos veces por el gobierno de Enrique Peña Nieto. La primera vez escapó, la segunda vez lo extraditaron a los Estados Unidos. El general Cienfuegos era entonces el secretario de la Defensa Nacional, y ahora, la misma corte que acusa al Chapo por delitos relacionados con el tráfico de drogas, acusa a Salvador Cienfuegos de los mismos delitos. La detención de Salvador Cienfuegos tomó por sorpresa al gobierno de López Obrador; tomó por sorpresa a la Secretaría de la Defensa Nacional, quien, de estar enterada de alguna investigación en contra del exsecretario, le hubieran recomendado que no anduviera de viajero frecuente en los Estados Unidos.
Vergonzoso que el gobierno de Donald Trump tenga suficientes cargos en contra del militar, pero que en México no haya ni siquiera una investigación en contra de Cienfuegos. La detención de Cienfuegos debilita el pacto entre Peña Nieto y López Obrador, quien dijo que no creía que el presidente Peña supiera de las fechorías que se cometían en su nombre.
¿No sabía Peña Nieto de los pactos de Cienfuegos con los grupos dedicados al narcotráfico? ¿No sabía o se hizo el que no sabía? Por cierto, llama la atención que la misma corte que juzga al Chapo y a García Luna ahora juzgue también a Cienfuegos. ¿Quién lo echó de cabeza? ¿García Luna? ¿El Chapo? García Luna no tiene los tamaños.
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