Jorge Flores Martínez / Hace unos días, en clases con los jóvenes de la universidad, les pedí un proyecto de negocio en la que ellos desarrollaran idea, logotipo, nombre y una especie de dummie o maqueta para presentar a un inversionista y convencerlo de invertir en ese negocio.
Muchas cosas me sorprendieron, la creatividad de los muchachos, los negocios que proponían, pero, sobre todo, lo que más me llamó mi atención, fue la visión de los negocios que estos jóvenes proponían seguían esquemas del siglo pasado.
Presentaron ideas de fachadas, distribución de los locales, la ubicación de mostradores, dependientes y las cajas para cobrar. Negocios, algunos de ellos muy interesantes, pero la idea permanecía convencional, algo me parecía antiguo y obsoleto a nueva realidad.
Lo discutimos en la clase virtual, le dimos vuelta al asunto, ellos mismos no estaban conformes, notaban que algo faltaba, algo no se ajustaba a la realidad. Yo les platique que durante mi vida he visto como muchas cosas han cambiado hasta ser hoy casi irreconocibles, por ejemplo, la televisión, que les dije, cuando yo era joven, en los ochentas, uno se sentaba a ver lo que los dueños de las televisoras decidían que teníamos que ver y a qué hora lo teníamos que ver.
Fue en los años noventa que llegó la televisión por cable, ahora ya podíamos escoger entre cientos de opciones y el control remoto era un compañero inseparable, adios a los comerciales.
Es ahora que la televisión como la conocíamos desapareció, los jóvenes no la ven más, no se informan o entretienen en ese medio, cuentan con internet y ellos deciden que ver, a que hora verlo y como verlo. La realidad cambió.
Les comenté que era indispensable deshacernos del esquema mental del siglo XX, así como le televisión cambió, muchas otras cosas lo están haciendo, ya nada es igual, el código se transformó y las ideas y los negocios utilizan otros medios para transmitirse.
El siglo XX parece no terminar, ya estamos en el 2020 y seguimos con esquemas mentales del siglo pasado. Pensamos que se pueden transmitir ideas y conceptos con las mismas herramientas, nos resistimos a entender la realidad, no nos gusta, nos parece incomoda.
Creemos que las personas, una vez terminada la pandemia de Covid19 estarán en las calles, irán felices a los establecimientos a comprar u obtener los servicios como lo han hecho siempre. Lo siento, puede ser decepcionante, pero la pandemia solo desnudo la realidad y nos permitió, como en contadas ocasiones en la historia de la humanidad lo ha hecho, ver el futuro.
Las personas ya no estarán en las calles, van a estar en sus teléfonos móviles, donde tienen años que se encuentran. Ya no habitamos donde siempre lo habíamos hecho, ahora vivimos mucho más tiempo en la virtualidad, y esta, por paradójico que parezca, es nuestra nueva realidad.
No hay forma de comprender el siglo XXI fuera de la virtualidad, tendremos que entender y comprender la nueva realidad, la que, por cierto, no es resultado del encierro, solo fue que este encierro nos obligo a enfrentarla con toda la rudeza posible.
Ya no será igual la forma de hacer negocios, educarnos, entretenernos, comunicarnos, transmitir ideas, hacer arte o la más prosaica actividad humana, hacer política.
Lo decepcionante es que para entender la realidad del siglo XXI necesitamos mucha ciencia y tecnología, justo lo que nuestra cuarta transformación desprecia tanto.
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