El daño a la propiedad pública y privada fue notorio, su postura de misandria y manera de protestar fue un atentado contra las instituciones y contra la sociedad. Su causa es justa, sus métodos no. Y nada justifica el uso de martillos y cohetones para hacerse notar.
Desde luego que hasta el más ingenuo sabe que estos grupos son la carne de cañón que usan los grupos de poder que quieren sacar agua para su molino. Es cierto que aún falta mucho terreno en cuanto al respeto a los derechos de las mujeres y que las estadísticas de feminicidios siguen al alza, pero aceptar y aplaudir los métodos violentos no contribuirá a un México mejor. ¡No esperen que México les aplauda su violento comportamiento!