El presidente de México se metió en honduras al defender el cuadro de Madero que las activistas pintaron en la toma de las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Antes, López Obrador no tenía una palabra para estos grupos de activistas que piden justicia por el asesinato de sus hijas, de sus hijas; ni siquiera se detuvo en la Academia de Policía de Xalapa para atender a los colectivos de familiares de desaparecidos, pero esta vez, sí puso atención en el daño que le hicieron a un cuadro de Francisco I. Madero.
«El que afecta la imagen de Madero o no conoce la historia, lo hace de manera inconsistente o es un conservador, es un proporfirista». ¿En serio?
La respuesta de la madre de una joven asesinada es un indicativo del resentimiento que causa tanta indolencia por parte del presidente: «para él es vandalismo que rayen una pintura y que asesinen a nuestras hijas, eso no, eso es normal… a él le preocupa más un cuadro que todas las miles de muertas, asesinadas, desaparecidas… haciendo el ridículo, llorándole a una pinche fotografía».
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