Se imagina usted que el presidente López Obrador acudiera a visitar el estado de Jalisco, pero por discordias con el gobernador Enrique Alfaro, en las reuniones donde se tratan asuntos sobre ese estado, decida no invitarlo. No sólo sería una falta de cortesía política, sino además una soberana estupidez. Bueno, pues el discípulo bendito de López Obrador, el estulto Cuitláhuac García, llevó a cabo una reunión de seguridad en el municipio de Altotonga, Veracruz. En esta reunión se tratarían asunto que tienen que ver con Altotonga y la región, sobre todo por los hechos delictivos que se han presentado en este municipio.
En Altotonga un grupo armado asesinó a tres personas, entre estas una niña de ocho años. A la reunión asistieron además del gobernador, el secretario de Seguridad, Hugo Gutiérrez Maldonado, la fiscal espuria, Verónica Hernández, además de representantes del Ejército y Marina, así como la Guardia Nacional. Pero el alcalde de Altotonga, del partido Movimiento Ciudadano, no estuvo invitado; tampoco invitaron a ningún otro alcalde de la región.
Los datos que tenemos es que se desplegó un enorme operativo de seguridad, en el que participaron elementos de la policía estatal y de la Guardia Nacional, pero no se tomó en cuenta a la policía municipal. Esta es la forma de hacer política de un gobierno lleno de estulticia. Así, con discordias piensan generar seguridad.
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