El Coqueto asesinaba mujeres en su microbús; su forma de operar era natural, las veía, les coqueteaba, les sonrías y, si correspondían, se volvían su víctima

El Coqueto asesinaba mujeres en su microbús; su forma de operar era natural, las veía, les coqueteaba, les sonrías y, si correspondían, se volvían su víctima FOTO: WEB

César Armando Librado Legorreta nació y creció en Naucalpan, Estado de México. César declaró que fue acumulando odio desde el día en que sus padres no se quisieron hacer cargo de él cuando aún era un niño. Tras quedarse solo, César vivió en las calles y fue ahí donde lo bautizaron como El Coqueto, por vestir con ropa de dandy: camisas almidonadas y trajes. El Coqueto creció y se hizo microbusero, fue ahí donde golpeaba, violaba y asesinaba mujeres. Debido al carisma que el Coqueto tenía, las mujeres caían redonditas.

Su forma de operar era muy natural, las veía en el espejo, les coqueteaba, les sonrías y si la dama correspondía a sus coqueteos, entonces fingía que el autobús se había descompuesto para bajar a todos los usuarios, pero menos a la dama con la que había intercambiado sonrisas. A su víctima le decía que esperara sentada, que arreglaría el bus y la llevaría hasta su casa.

Una vez que todos se iban, arreglaba el micro, cambiaba la ruta y buscaba un lugar para abusar de ella; luego las ahorcaba con una llave china y las aventaba cerca de Cuautitlán Izcalli. Con esta forma de operar asesinó a siete mujeres, la octava, el Coqueto creyó que estaba muerta como las demás, pero ésta seguía con vida y fue a denunciarlo. Ya en prisión, ante los familiares de las víctimas, rogó por sus disculpas diciendo que, si lo disculpaban, sería una forma de estar tranquilo y tener paz, pues sabía que jamás saldría a rodar con su bus por las calles otra vez.

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