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López Obrador en su respuesta a los videos de su hermano recibiendo dinero, se echó la soga al cuello; le ganó la soberbia

Si el presidente sabía desde cinco días atrás de los videos en los que aparece su hermano Pío, ¿por qué no preparó una respuesta adecuada para evitar meterse en un embrollo? Decir que los videos son un acto desesperado de aquellos que se sienten afectados por el combate a la corrupción, hasta parece una ironía. Ahora bien, el presidente reconoció la legitimidad de esos videos, pues los comparó con los videos de Lozoya para tratar de minimizar el hecho por el asunto de las cantidades. Tácitamente el presidente dijo que lo de Lozoya si es corrupción, pero lo de su hermano no, porque es más poco dinero.

López Obrador, un tótem de honestidad en el país debe entender lo que dice la sentencia bíblica: “La persona fiel en lo mínimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es injusta también en lo mucho”. Aquí no se trata de cantidades, sino de ser fiel, honesto, legal. Después, el presidente mismo se echó la soga al cuello al reconocer que el dinero eran aportaciones de gente humilde a su movimiento.

De inmediato sus adversarios se fueron a buscar en la ley electoral y encontraron el artículo apropiado para acusar al presidente y a su partido de recibir dinero de colectas públicas o de personas físicas. Si ya sabía de los videos desde cinco días atrás, ¿por qué no preparar una respuesta adecuada, una respuesta que al menos no lo comprometiera más? ¿Por qué no lo hizo? Por su soberbia, por creer que él se podía echar ese trompo a la uña sin ningún problema.

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