Sergio González Levet / Ayer, Rosario Robles Berlanga cumplió un año de estar en la cárcel injustificadamente, porque está acusada de una omisión en el ejercicio de su puesto, que es un delito menor, y por tanto la acusada puede enfrentarlo desde su casa, de acuerdo con nuestras leyes.
A un lado de lo que puedan opinar unos u otros sobre su transcurso como funcionaria pública, lo cierto es que la ley ha sido arrumbada a un lado para que ella haya tenido que permanecer en prisión. ¿El motivo? Muchos piensan que es una venganza personal del patriarca de Morrena, hoy Presidente de la República, quien habría hecho valer su voluntad para que le dieran el peor trato. Justicia, no venganza es lo que ha pedido ella desde la prisión, y lo ha gritado por todos los rincones de México su valiente hija, Mariana Moguel Robles, quien ha emprendido una verdadera cruzada en auxilio de su madre capturada.
Al cumplirse 365 días, Rosario escribió una carta en la que da a conocer sus razones y sus quejas por los malos tratos que ha recibido.
Por razones de espacio, entresaco algunas de las partes que me parecen más importantes de la misiva, que dejo a la consideración de las lectoras y los lectores.
“La venganza de unos, la cobardía y el silencio cómplice de otros, y una procuración de justicia selectiva me tienen aquí. Se han violado mis derechos al debido proceso y a la presunción de inocencia. Se me juzga por quien soy y no por lo que supuestamente hice. Se ha puesto en marcha toda una maquinaria para denostarme, difamarme, hacer escarnio de mi persona, con una saña que es proporcional al miedo y al odio que me tienen.
“Estoy aquí porque me llamo Rosario Robles. También porque soy mujer.
“Pero más temprano que tarde aparecerán en mi camino juzgadores que con valentía apliquen la ley y me hagan justicia. Como dijo recientemente el Presidente, ‘mi tribunal es mi propia conciencia’.
“A veces despierto desolada, pero entonces pienso que lo mío es nada frente al duro hecho de que más de 55 mil familias mexicanas están de luto y abandonadas en su dolor, que muchos tienen hambre, que cientos de miles se han quedado sin trabajo y que muchas madres tendrán que optar entre trabajar para darle de comer a sus hijos o quedarse en casa para hacerle de maestras o cuidadoras, porque el Estado ha delegado en ellas lo que es su responsabilidad.
“Siempre he dicho que he trabajado por las comunidades más pobres, y porque las mujeres rompan las cadenas que las atan (hay una ley Robles, por ejemplo). Pero ahora he tenido oportunidad de estar con las olvidadas entre las olvidadas. Con las mujeres que nadie voltea a ver (yo misma no lo había hecho), muchas de las cuales son inocentes.
“La cárcel tiene cara de pobreza. La injusticia tiene cara de mujer. Aquí he asumido una causa más.
“Quiero demostrar mi inocencia. Pronto dejaré atrás este episodio. Estoy segura.
“Mientras tanto, gracias, muchas gracias a las y los que con su fuerza me han sostenido, en especial a mi Mariana que no me deja caer.
“Pronto podremos darnos un abrazo.
“Rosario Robles. 13 de agosto 2020”.
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