También estuvo muy al tanto mi amigo Jorge Viveros y particularmente Rodolfo Carrasco, quien fue un gran apoyo al momento de su hospitalización. Igualmente vaya nuestro agradecimiento al personal que labora en el hospital Luis F, Nachón, quienes se portaron siempre de manera muy profesional. Por supuesto, nuestro mayor agradecimiento es a Jehová, nuestro Dios, a quien todas las noches dirigimos nuestras oraciones para que sacara adelante a mi hermano; sin Jehová, sin las oraciones que toda la familia dirigió a Él, mi hermano no la hubiera contado.
Fue Luis quien desde su experiencia contempló el verdadero el dolor, el sufrimiento y la tragedia personal de cada enfermo, de sus familias, así como la impotencia de sus médicos por no lograr sacarlos adelante. Luis llegó con 74 de oxigenación, con riesgo de ser intubado en cualquier momento, pero su actitud, sus ganas de vivir evitaron esa última medida drástica.
Una experiencia de este tipo cambia nuestra forma de ver la vida, entendemos la necesidad que tenemos de nuestros seres queridos y la urgencia por acercarnos a Dios, quien es la fuente misma de la vida. Luis se está recuperando, no es tiempo de echar las campanas a vuelo porque la recuperación no será corta. Sin embargo, como para todo hay un tiempo en la tierra para los asuntos del hombre, este es el tiempo de ser agradecido.