Jorge Flores Martínez /
La primera reacción de la autoridad ante su fracaso es la prohibición.
Prohibir la compra de comida chatarra a los niños y jóvenes mexicanos es una acción de gobierno positiva, no soy amigo de las prohibiciones, me parecen una imposición en todo caso indeseable y con resultados casi siempre contraproducentes, pero es como todas las prohibiciones, un cúmulo de buenas intenciones al que es imposible resistirse o negarse. Suenan tan bien y tan lindo, que solo un loco estaría en desacuerdo.
Repasemos un poco lo que los mexicanos tenemos prohibido: En caso de encontrar un yacimiento de algún mineral, no podemos hacer minería en un terreno de nuestra propiedad; Tenemos prohibido perforar un pozo para producir petróleo; y la ley nos impide tener más de 100 hectáreas para uso agrícola o ganadero.
También tenemos prohibido tener armas en nuestros hogares, así como cultivar ciertas plantas como la marihuana o la amapola; las mujeres, en casi todos los estados de la republica, tienen prohibido abortar; Los miembros del clero y los militares pueden votar pero no ser votados a ningún cargo de elección popular
Durante un par de años el gobierno prohibió la venta de vehículos de 8 cilindros en nuestro país; por algún tiempo hubo control de cambios y estaba prohibida la venta de divisas extranjeras y durante muchos años no nos permitían tener cuentas bancarias que no fueran en pesos.
Recuerdo que solo era posible comprar un Milky Way en la fayuca, es decir, en el mercado negro, donde también se compraban tenis Nike, lentes Ray Ban o cualquier otra mercancía que el gobierno había decidido que no teníamos derecho los mexicanos a adquirir libremente.
Siempre hemos ido a votar bajo una Ley Seca, porque algún burócrata decidió que los mexicanos somos particularmente estúpidos y el gobierno tiene que cuidarnos de nuestra ebriedad al votar.
Podemos fumar tabaco o beber alcohol, pero de ninguna manera consumir marihuana; en algunos estados es permitido casarte con una niña o comprarla por un cartón de cerveza, pero será ilegal que un niño compre un Gansito y una Coca. Por no decir que es ilegal casarte con una persona de tu mismo sexo, como si el gobierno fuera una fuerza moral capaz de indicarte de quien puedes o no puedes enamorarte.
En Tlaxcala y Puebla está documentado que se tolera la trata de personas, cientos o miles de jovencitas son reclutadas por padrotes y las autoridades no voltean ni por error, son costumbres ancestrales, dicen. Pero en esos estados esas niñas no podrán comprar unas Sabritas, tendrá que ser su padrote el que se las compre.
Siempre al fracasar los políticos nos regalan una prohibición, la que mejor se acomode al fracaso. No intentarán solucionar el problema o atender las circunstancias. Pueden prohibir todo y permitirse todavía más. Solo los estúpidos atendemos las prohibiciones, para los gandallas nada está prohibido en México, es el país de la trata, el narco y la impunidad garantizada.
En lo personal no tengo una posición sobre alguna prohibición en particular, la mayoría me parecen estúpidas, y otras, por el contrario, tan complejas que me enferma que sean diputados ignorantes los que decidan por mi. Tomen en cuenta, no les importó la comida chatarra hasta que, para justificar su fracaso, quieren llevarla al patíbulo como responsable de más de 50 mil muertos por la pandemia.
No se engañen, no es la salud de los niños lo que motiva a nuestros políticos, es la elección del próximo año y los muertos que son un lastre muy pesado. El espectáculo del Osito Bimbo y el Tigre Toño en el paredón de fusilamiento será un enorme distractor, valen miles de muertos que no debieron morir.
Mientras tanto, las cosas siguen igual o peor.
Lo que deberíamos prohibir son los políticos chatarra.
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