Salvador Muñoz / Entré a la farmacia. Tomé un paquete de baterías y revisé el anaquel de condones… no sabía cuál tomar… el de “cuello de jirafa” o “trompa de elefante” (¡Qué! Es mi historia y yo la cuento como quiera ¡bola de envidiosos!), así que salomónicamente, tomé los dos. Cuando deposité los condones ante el cajero, éste checó el código mientras de soslayo, vio mi otro paquete y me dijo: “¿Todo eso es suyo?”, a lo que avergonzado, con el pudor en la cara, le dije que no, y puse las pilas en el mostrador. No fuera a pensar que me lo llevaba sin pagar. Ya estaba sacando el dinero cuando el cajero me preguntó si los condones eran para la casa… “¡Qué!, oiga…” no acababa de ordenar mis ideas cuando lanzó otra pregunta: “¿Es casado, soltero, viudo o divorciado?”… y le iba a responder, cuando lanzó otra directo al cuello: “¿Hetero, homo, bi?” Ya de plano que lo paro en seco y que le digo: “¿De qué se trata todo esto?” Me lanzó una mirada altiva mientras me enseñaba la Gaceta Oficial del Estado y un subrayado: “Se prohíbe la venta de condones a toda persona que no se identifique ni presente su estatus civil así como su preferencia sexual” No pude evitar un “What the fuck!” mientras leía líneas abajo: “Las disposiciones tomadas por el Gobierno del Estado en coordinación con la secretaría de Salud obedecen a los altos índices de infidelidad, enfermedades venéreas y divorcios”. Sí, sólo me salí con mi paquete… el de pilas… no llevaba mi credencial de elector…
El cuentito viene a cuento porque creo que a veces nuestros diputados se pasan de tratarnos como niños, y un ejemplo de ello es el Congreso de Oaxaca, que legisló para que en la Ley de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, cupiera una adhesión donde se prohíbe la venta directa a menores de edad de bebidas azucaradas y alimentos con alto contenido calórico. Vamos, hablamos de refrescos, pastelillos y frituras. Algo parecido a lo que se instrumentó con la otra prohibición de vender cigarros y alcohol a menores de edad o por allí hay otra que habla de no vender solventes o inhalables a los niños…
Por un lado, podríamos celebrar este paso que da Oaxaca… ¡qué bueno! ¡Tendremos oaxaqueñitos sanos, delgados y fuertes!
Por otro lado, salvo su mejor opinión, le cito tres detalles:
Son años en que el refresco así como frituras y pastelillos están en la mesa de los mexicanos y si no mal recuerdo, quizás las últimas dos generaciones de niños son los que están sufriendo obesidad, diabetes y otros males que los escuincles de mis 70’s nos eran totalmente ajenos. ¿Será que quienes elaboran estos productos se pasaron de tueste y hoy le meten más calorías a sus “alimentos chatarra”… o será que tenemos un alto porcentaje de niños sedentarios atados a un celular, un Ipad o una consola frente a una pantalla? Agregue que si antes la economía no estaba bien, ¡mucho menos ahora! Sumado a una vertiginosa vida (antes de la Pandemia) que obliga a los padres a comprar alimentos “rápidos” como una pizza, sopas y guisados instantáneos, ¡ah! y una familiar…
Vamos al lado de la Ley, que se aplica de manera regulatoria, punitiva o prohibitiva, pero sin que se analice qué obliga a una persona a comprar un refresco antes que una limonada, naranjada o agua de jamaica; o por qué unas papas o gansito que una bolsa de naranjas picadas, papas extranjeras (tubérculos rosas de la zona de La Perla), una de pepino o jícama con chilito piquín y un chorro de limón…
¿De verdad se necesita Legislar para atender un problema de salud, quizás de economía y hasta de cierto modo, consumismo? ¡No sé! La verdad no lo sé, pero sé que se hace: se hacen leyes, muchas leyes…
El tercer detalle es Hugo López Gatell: los refrescos son malos… Senadora Chucha Martínez: ¡Saquen a la coca del país!
En la casa casi no se consume refresco y es por dos sencillas razones: o no lo compramos o no me deja la Mujer consumirlo… ¡ah! Ya entendí lo de la Ley punitiva o prohibitiva…
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