Sergio González Levet / Déjenme decirles una cosa muy importante: las llaves de los fregaderos de las cocinas están hechos de manera tal que cada cierto tiempo, digamos dos o tres años, las llaves empiezan a gotear irremediablemente. Y lo peor es que están diseñadas de tal manera que no es posible cambiarles la junta de hule que cierra el paso, o sea que hay que sustituirlas por otra nueva.
Si usted se atiene al h… flojo de su marido, él llamará a un fontanero, el primero que encuentre en Internet, y le pedirá que venga a su casa y que remplace la pieza inservible.
Los fontaneros cobran por hora una cuota similar a la de un psicoterapeuta neoyorquino, y al inconsciente de su esposo no le importará eso, con tal de no molestarse (en todo caso le aducirá que está agotado porque barrió y trapeó la casa, lavó y tendió la ropa e hizo el desayuno, con la consecuente levantada de la cocina (acomodar trastos, lavar vajilla, cubiertos y cacerolas, etc.).
Si el técnico no es un abusivo, querrá cobrar unos 400 pesos por el trabajo de ir a su hogar, quitar tres tuercas y poner otras tantas, y le cobrará además por la llave nueva otro tanto (hay operarios que se dejan pedir hasta mil pesos por la visita domiciliaria).
Pero fíjense, agraciada señora, gentil señorita, que ustedes pueden hacerlo de una manera igualmente profesional. Solamente necesitan la herramienta adecuada, que es un perico grande, uno chico, unas pinzas y una lámpara de mano (puede valerse del celular).
Mire, hay que sacar todo lo que usted ha ido depositando abajo del fregadero: botellas inservibles, cadáveres de cucarachas, estropajos viejos, trapos sucios y todo lo que va ido sobrando en el uso rudo de los años en la cocina.
Una vez terminado el trabajo de escombrar, coloque unas mantas y trapos de manera que pueda quedar acostada boca arriba lo más cómoda posible, debajo de la llave del fregadero.
Y ahí empieza la labor:
1. Debe cerrar las llaves de paso, si las tiene abajo del fregadero, o subir hasta el tanque de la azotea e interrumpir el flujo de toda la casa.
2. En cada llave del fregadero (por lo general tiene dos, para agua caliente y fría) hay que quitar, primero, una tuerca que se empecina en quedarse en su lugar, ayudada por el sarro que ha acumulado la humedad. Un poco de afloja-todo será la solución milagrosa que le permita coronar con éxito esta primera acción. Después viene una especie de tuerca de plástico, que hay que remover con cuidado para que no se vaya a romper, y por último se retira el hule que sirve de junta para evitar derrames interiores.
3. Una vez logrado lo anterior, salga de su covacha, con lentitud para que las piernas vuelvan a tener la circulación normal y la cintura recobre su flexibilidad.
4. Retire la llave jalando hacia arriba.
Y ya se puede disponer a colocar la nueva llave. Eso quiere decir que usted fue a comprar una o mandó al inútil de su marido. En las ferreteras grandes +únicamente encontrará llaves de arriba de 500 pesos y hasta de 2 mil. Busque un negocio más modesto y ahí podrá encontrar una mezcladora -así se llaman en el argot ferretero- por unos 200 pesos. Aquí debe usted entender que está comprando un producto desechable y que en dos o tres años tendrá que repetir la faena.
Para poner la nueva pieza debe seguir los pasos anteriores al revés, del 4 al 1, lo que resulta más fácil porque las tuercas y los tornillos son nuevos.
Ah, no está de más que le ponga un poco de cinta de teflón alrededor del hilo de los tornillos, para garantizar que no haya escurrimientos. Cuesta unos 15 pesos, no más. Y también se recomienda pegar la base de hule de la llave con silicón para sellar las tuberías.
Con eso, distinguida dama, se acaba de ahorrar, de menos, 600 pesos.
Le deseo mucha suerte en su intento.
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