En su indolencia, en su apatía, en su propia estulticia, cree que gobierna y por ello sale a la calle en plena libertad, creyendo que la gente le habrá de agradecer la gestión de un gobierno que sólo ha generado discordia y desempleo. Ahí va por las calles, como un desconocido. Nadie lo detiene, quizá porque por fin se decidió a usar cubrebocas y por eso no lo reconocen. Pero sí lo reconocen, sólo que las personas no tienen nada que agradecerle.
Su manejo de la crisis del coronavirus ha sido pésima y por ello Veracruz es uno de los estados que extenderá la cuarentena, lo que significará más pérdidas de empleo, más pobreza y por supuesto, más personas fallecidas. Nada que agradecer a un gobernador omiso, que ya sabe cuál será su lugar en la historia de Veracruz.