El presidente López Obrador ha pecado de optimista. Ya ve usted que al principio nos dijo que la pandemia de coronavirus sería como un simple resfriado; después dijo que nos cayó como anillo al dedo. Constantemente nos ha dicho que la crisis ya la hemos superado y que tendremos una pronta recuperación. Su último rasgo de optimismo es decir que ya vamos hacia la normalidad.
En su gira por Oaxaca declaró: «Ya vamos hacia la normalidad y ayer, que es lo que más me importa en términos económicos, me dieron los datos de pérdidas de empleos de los inscritos en el IMSS, teníamos 20 millones 500 mil inscritos, pronosticamos que se iban a perder 1 millón de empleos, los adversarios exageraron porque querían que le fuera mal al presidente y al país, y no nos equivocamos: en abril, que fue lo más difícil ,perdimos 550 mil; en mayo 340 mil; junio 82 mil y ayer 20 mil empleos, y quiero cerrar el mes sin pérdida de empleo para que en agosto empecemos a la recontratación de trabajadores y comience la recuperación».
Esto lo dice cuando la pandemia, al parecer, todavía no llega a su pico alto y las muertes en los estados se siguen multiplicando. Tenemos ganas de creerle al presidente, pero ya en otras ocasiones se ha equivocado.
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