Espriú: Otro que manda al diablo a AMLO

Andrés Manuel López Obrador y Javier Jiménez Espriú FOTO: WEB
¿Quiénes están mal: los alumnos o el maestro?
18 dimisiones de primer nivel y vienen más

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / Cuando en una evaluación –ya sea de educación básica, media o profesional- la mayoría de alumnos reprueban, quiere decir que a lo mejor la cátedra del profesor no fue lo suficientemente profesional, y que obviamente no está en los niños la problemática sino en su asignatura, por lo que si el mentor es franco consigo mismo tendrá que revisar si las clases fueron las adecuadas. Porque casi siempre el alumno reprueba debido a que el maestro no da su materia como correspondería. Ahora bien, si más de 18 funcionarios de primer nivel le renuncian a un Presidente de la República en los primeros 19 meses de su mandato –o año y siete meses de haber asumido funciones-, de quién es la culpa: ¿de los servidores públicos que le tiran la toalla por inconformidad ante caprichos y ocurrencias del mandatario que se cree todólogo, o del mismísimo titular del Ejecutivo Federal que no escucha a nadie porque se siente dueño de la verdad absoluta, ridiculizando incluso a quienes le contradicen y le sirven con lealtad –como al Secretario de Hacienda, Arturo Herrera a quien restó autoridad en público-, además de ver en cualquier fisura un asomo de corrupción? Porque sepa usted que este jueves se confirmó la renuncia –sí, dimisión y no cese- del Secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT), Javier Jiménez Espriú, y como para demostrar que no le importa –porque el mandatario nacional lo es todo y sus empleados solo muebles inanimados-, nombró este mismo día como relevo a su antiguo director de Obra Pública en el Gobierno del Distrito Federal, Jorge Arganis Díaz Leal, y el propio AMLO confirmó que la salida se da por un desacuerdo en la propuesta de que la Secretaría de Marina se haga cargo de los puertos y aduanas de México.

ALGUNA VEZ recordamos en este mismo espacio la teoría de la equidad formulada en 1963 por John Stacy Adams, especialista en comportamiento humano, quien argumenta que la mayoría de los empleados no se van por su trabajo…sino por su jefe. Y en efecto, la ‘huida anticipada’ puede empezar hasta un año antes de concretarse, y se conoce como renuncia psicológica, dimisión que es una realidad en empresas y organizaciones de todo tipo y tamaño, incluido el sector público, aunque hace apenas unos años se ha visibilizado ese concepto: la persona “se fue” muchos meses antes de renunciar, pero lo que sucede es que se rompió el “contrato psicológico” entre el empleador y el empleado, y así, aparecen reacciones y comportamientos que llevan a la evitación de sus tareas, compromisos y responsabilidades. Y es que generalmente asociada con un trato poco equitativo e insatisfacción laboral, esa renuncia anticipada puede empezar meses antes de desembocar en un despido justificado o injustificado, una renuncia bajo presión, y por cualquier otra causa.

ES QUE a pocos Presidentes de la República, si no es que a nadie, le han renunciado más de 18 funcionarios de buen nivel en el primer año y siete meses de gobierno, lo que indica que algo anda mal con el Ejecutivo –o coordinador de esfuerzos de ellos-, pues la mayoría se han ido por no entender las ocurrencias de su jefe en torno a una Cuarta Transformación que es más anuncio y reiteración en medios que algo que se sienta, porque aunque el Presidente sigue enarbolando el no mentir, no robar y no traicionar, los tres conceptos infinidad de funcionarios y dirigentes de MoReNa se los han pasado por el arco del triunfo, otorgando contratos o concesiones como lo han hecho la ex dirigente Yeidckol Polevnsky al comprar con acciones poco transparentes 32 inmuebles para el mismo número de comités estatales y otros cuatro para el nacional, beneficiando a un incondicional, y Rocío Nahle que había dado contratos a los hijos de su compadre, o el hijo de Manuel Bartlett haciendo negocios poco honestos con la 4T hasta que fueron descubiertos, y qué decir del Estado de Veracruz donde ya hay nuevos ricos, tanto o más que empresarios a los que les ha costado toda una vida amasar fortunas. Y es que a decir verdad, no se entiende en qué consiste ni qué rumbo lleva, aunque por los dichos presidenciales, el tabasqueño pretende un país de pobres para seguir manipulándolos, y en ese tenor bloquea cualquier tipo de financiamiento al sector privado, sobre todo ahora que la pandemia obligó a cerrar negocios y dejar en la calle a infinidad de personas, la mayoría jóvenes que ven truncado su futuro anticipado.

AL PRESIDENTE, por no estar de acuerdo con el ridículo al que fueron sometidas sin deberla ni temerla, le renunciaron Mónica Maccise, ahora extitular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred); también se fue Asa Cristina Laurell, quien era subsecretaria de Integración y Desarrollo del Sistema de Salud, y quien había exhibido choques con el titular de Salud, Jorge Alcocer y el subsecretario consentido de López Obrador, Hugo López Gatell, y finalmente Mara Gómez Pérez, extitular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV). Pero no han sido las únicas dimisiones. Habría que recordar que el martes 9 de Julio de 2019, luego de 221 días al frente de la Secretaría de Hacienda, Carlos Urzúa circuló un escrito en el que manifestaba al mandatario nacional su decisión de dimitir, destacando en la misiva como causa el nombramiento de algunos funcionarios “que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública”. A la renuncia de Urzúa le siguió la de Gualberto Ramírez, de la unidad antisecuestros de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO). Ramírez Gutiérrez participó en la investigación del caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Antes, el 21 de Mayo, Germán Martínez renunció a la Dirección del Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS). En su dimisión dejó en claro que: “Ahorrar y controlar en exceso el gasto en salud es inhumano. Ese control llega a escatimar los recursos para los mexicanos más pobres”, y en la misma carta renuncia, difundida por el Instituto, dio a conocer que había una “injerencia perniciosa” de funcionarios de la Secretaría de Hacienda en la operación del Instituto. Cuatro días después, el 25 de Mayo, Josefa González Blanco Ortiz Mena fue la siguiente funcionaria en dimitir a su cargo dentro de la 4T dejando la titularidad de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. La exsecretaria fue exhibida a través de las redes sociales tras retrasar un vuelo comercial para poder abordar. Josefa González aprovechó sus influencias y por 38 minutos, los pasajeros de un vuelo a Mexicali tuvieron que esperar a la exfuncionaria. Las quejas y cuestionamientos no se hicieron esperar, por lo que optó por dejar el cargo.

TAMBIEN SE fueron Tonatiuh Guillén, el entonces comisionado del Instituto Nacional de Migración. Le antecedió la dimisión del subsecretario de Turismo, Simón Levy, quien el 12 de Abril anunció su salida de la dependencia. La encargada de Estancias Infantiles, Clara Torres renunció el 17 de Febrero. Su decisión fue debido al recorte presupuestal de la administración a esos programas. Otra dimisión motivada por conflictos con las decisiones del Ejecutivo fue la de Guillermo García Alcocer, que dejó de ser presidente comisionado de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) el 15 de Junio, así como Patricia Bugarín Gutiérrez, subsecretaria en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana; Guillermo Zúñiga, comisionado del pleno de la CRE; el comisionado Ejecutivo de Atención a Víctimas, Jaime Rochín del Rincón; Omar Hamid García Harfuch y Felipe de Jesús Muñoz Vázquez de la Fiscalía General de la República; además de Gaspar Franco Hernández de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).

Y UNO se pregunta: ¿quién está fallando, el Presidente o los subordinados que finalmente le tiraron los cargos y se alejaron, acaso conscientes de que el Presidente López Obrador no está haciendo bien las cosas, porque gobierna en base a actitudes caprichosas, alejadas de la planeación que debe ser el sino de una administración, renuncias que evidentemente –aunque se siga creyendo el salvador de la patria- elevarán al mil la pérdida de votos en el 2021, porque el pueblo es bueno, pero no es tonto, y las migajas que les arrojan no compensan la pérdida de empleos, las miles de muertes y contagios por CoVid y dengue, y el sin número de asesinatos, secuestros y feminicidios que son el pan nuestro de cada día, en tanto AMLO insiste en que no combatirá a la delincuencia. Así de simple. OPINA [email protected]

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