Con la llegada de Manuel Ávila Camacho al poder, el maestro, sin que éste se diera cuenta, dejó de ser un promotor del cambio democrático y se convirtió en un controlador de masas. Era muy común encontrar al maestro envuelto en los problemas de la comunidad. Era un agente social indispensable para el desarrollo de la sociedad, sin embargo, su misión principal era la de ser formador de buenos ciudadanos a que alcanzaran su desarrollo mediante el estudio. No obstante, los líderes magisteriales cedieron al encanto del poder político y dejaron a un lado la defensa de los derechos laborales.
El SNTE nació y creció con un problema congénito, su organización piramidal ocasionó que las bases magisteriales tuvieran poca oportunidad de acceder al poder. Sólo lo lograban alcanzar aquellos que eran seleccionados por el dirigente en turno. A sus casi 80 años de vida, el SNTE, no ha logrado quitarse los grilletes de la sumisión al poder en turno. Su dirigente, Alfonso Cepeda Salas, quien sólo estaría por un corto tiempo de manera interina, se ha denominado como un soldado de la Cuarta Transformación, así como en el pasado el Tigre Azcárraga se hacía llamar un Soldado del PRI.
Lo cierto es que los únicos que pueden transformar al SNTE son los propios maestros. Muchos deben despertar de su letargo y salir de su zona de confort, deben de exigir lo que por ley y por derecho les pertenece. El SNTE debe dejar de ser un tapete ante el patrón y buscar nuevos liderazgos que de verdad representen a los maestros. ¡Ya es tiempo del cambio!
Comentarios